Jean Gebser
[...]Aquí nos remitiremos a una de sus obras tardías [de Mozart] que quedó incompleta, a la Fantasía en do menor para piano, así como a sus Variaciones sobre un tema de Glück, de su ópera El peregrino de la Meca. Especialmente en la Fantasía en do menor, domina una "relajación" tanto armónica como rítmica y melódica que apenas recuerda el rigor jerárquico y la sujeción clásica. Con objeto de dar una idea de lo que nos proponemos decir, antes hemos de aclarar el sentido de una de las reglas fundamentales de la música clásica. La exigencia de que en una pieza todo movimiento ha de finalizar en la misma tonalidad con que comenzó nos indica claramente la relación que esta música guarda con el transcurso cósmico-naturalista del tiempo. El círculo ha de cerrarse, y el tema principal une en la misma clave el principio y el final. Así, cada movimiento de una sonata era el reflejo del día creado por Dios, o del año, o de la imagen de un planeta que retornó en su órbita, o del sendero de otro cuerpo celestial creado por Dios. Esta regularidad naturalista, que responde plenamente a la ley del Dios creador al que los sonidos han de alabar, este aspecto meramente natural del tiempo, es el que Mozart rompe con su música tanto en la estructura interna como también en su carácter inconcluso lleno de dolor (está escrito en tono menor). ¿Entra aquí Mozart, alejándose aparentemente de Dios, del Dios personificado y fijado de manera perspectívica, en el ámbito de lo divino? ¿Se encuentra aquí la clave de su muerte temprana?.