¿Dónde estás encuentro? Ese instante vale una vida. Sabes bien de lo que hablas. Conoces el idioma de los labios y el afán que ocultan al quedar a solas. Sabes bien, hombre maduro, recuerdas el primer tacto, el cabello negro y la boca roja -rouge et noir- como recuerdas el entusiasmo ante el arte, el escalofrío ante la belleza, el descubrimiento de la grieta entre la invención y el mundo. Lo recuerdas todo ahora que no lo vives; lo añoras como un sueño que en ocasiones parece volver a tus párpados pero que queda dormido antes de despertar; recuerdas la pasión y eres humano como una leyenda que te contaron cuando contabas veinte años y porque el fuego permanece (no ascuas de ese fuego sino llama, llama que arde y quema, llama azul y violenta, llama que gime, llama que brama) sientes el frío de un calor que nada ni a nadie calienta, que no arde en unos labios, ni quema con su mirada el David de Miguel Ángel, ni quema con su mirada 62 modelo para armar, ni quema con su mirada el pecho de esa mujer, ¡no, no, de esa mujer no, de esa muchacha! Añoras, anhelas, ansías y sobre todo nostalgia.