Háblame.
Acaríciame.
Luego
un pedazo de mirada.
Háblame,
dime si aún
sobre nosotros
sobre nosotros...
Dijo.
Se dijo
o alguien comentó
no existe el impersonal.
Háblame.
Pensó entonces
que le estaba hablando
siempre, siempre.
Háblame
por la alameda
entre las aguas
junto al lago
en el sueño.
Y así
siempre
como si supiera
siempre
qué hablar.
Háblame, dijo,
entre sábanas
también en la llanura
seca y amarilla y muerta.
Háblame,
se lo dijo al oído
cuando aún la cercanía
estaba presente.
Y así él
habló
como un torrente
que surge del deshielo
en lo alto de un gran monte
por donde el invierno
pasó sin saberlo.
Háblame, háblame, háblame.
Acaríciame.
Luego
un pedazo de mirada.
Háblame,
dime si aún
sobre nosotros
sobre nosotros...
Dijo.
Se dijo
o alguien comentó
no existe el impersonal.
Háblame.
Pensó entonces
que le estaba hablando
siempre, siempre.
Háblame
por la alameda
entre las aguas
junto al lago
en el sueño.
Y así
siempre
como si supiera
siempre
qué hablar.
Háblame, dijo,
entre sábanas
también en la llanura
seca y amarilla y muerta.
Háblame,
se lo dijo al oído
cuando aún la cercanía
estaba presente.
Y así él
habló
como un torrente
que surge del deshielo
en lo alto de un gran monte
por donde el invierno
pasó sin saberlo.
Háblame, háblame, háblame.