Se dice, No voy a dejarlo. Seguiré un día más. Llega el invierno. Los días se están haciendo más cortos. La almohada se me queda pequeña. Tengo muy fríos los pies cuando llega la noche. ¿Podré sentir la gangrena si llega? ¿Sabré reconocerla? En esta inmensidad blanca. Como si estuviera muerto. ¿Te matan los otros? ¿Se podría decir así? ¿Sería capaz de ponerme a especular con esa tontería? No lo haré. Me haré unas fricciones. Miraré la leñera. También miraré al perro. En el verano sentí que se hacía mayor de golpe. Luego se me olvidó. Me parecería más joven, se dice.
Se dice, Cualquier respuesta sería mejor que esta incertidumbre. Hay personas que prefieren la segunda. Yo en cambio prefiero la primera. Cualquier respuesta antes que el no llegar a saber. Eso me digo hoy que ha amanecido con una bruma que me atruena; una bruma en todo semejante a una galerna. Un bruma quitapaisajes. Una bruma quitaesperanzas. Como las incertidumbres. Aún así me vestiré. Aún así me abrigaré. Aún así saldré al maldito bosque. Me internaré. Buscaré algo que me procure paz. Me sentaré en la parte de la roca que da al sur, la que no tiene musgo, y meditaré con la meditación que deja ser a los pensamientos, que nos los detiene, que no intenta inmovilizar el fluir del pensamiento. A veces esa meditación me calma. Me impide llegar al abismo. No permite que me abrace y me consuele sino que parece querer insuflarme una valentía de la que carezco en absoluto. Soy totalmente cobarde. Tengo miedo a morir solo. Tengo miedo a ser perro sin dueño y sin cadena. Aunque no quiera atarme. Aunque no quiera amos. Yo que fui esclavo. Quizá no todos somos esclavos. Yo lo he sido. Y ahora lo soy de una idea. Ya ni siquiera es una forma material el sujeto de mi esclavitud. Es una idea. Es una esclavitud metafísica. Una esclavitud especulativa que me lleva al bosque y a los lugares fríos en los que mis pies sufren y sufre mi alma. Una esclavitud que me lleva incluso a pronunciar y sentir el alma. No voy a dejarlo. No hoy. No hoy tampoco romper los sentidos de las frases. Quizá mañana empiece a hacerlo. Romper en fragmentos sin sentido el hilo consentido de mi pensar.
Se dice, Sí, sí, lo haré mañana. Ahora debo de quitarme este maldito frío de los pies. No quiero utilizar el agua caliente. Quisiera calentarme los pies con el alma. Eso quisiera. Decir, ¡Alma, caliéntame los pies! Sonreír si ocurriera. En esta noche cuando el invierno de mi aventura está llegando y siento acercarse la Parca que no tiene nada de asombrosa, que no tiene nada de Emperatriz sino que más bien es una pobre que recogiera ramas por el campo para calentarse un poco antes de matar. Vieja, pobre y con tos perruna. Ahora me recogeré. Me pondré una manta por encima. Intentaré volver a interesarme por algo. Me quedaré dormido tras hacerme una sopa de fideos y queso. Navegaré por mi bienestar. Me sacudiré las penas como el estornudo se deshace del picor en las narices.
Se dice, Soy un payaso. Cómo echo de menos reírme.