Si siento tus nalgas bajo las bragas blancas cuando en la madrugada la brisa, por fin, ha hecho acto de presencia y el cuclillo que es pajarillo del amar en la tradición India ronda cerca, entonces, amada, no quiero que nada en el mundo se altere. Que se vengan abajo los rascacielos que las lenguas de fuego de los volcanes se conviertan en rugidos de mar que los delfines alegremente naden el corro de la patata que la señora odiosa siga siendo odiosa y las manos con lepra no se curen jamás Si siento tus nalgas apretadas contra mi sexo qué importa que la ensenada se vaya dulcificando a través de miles de años o que el big-bang no sea más que una teoría del terror humano o, amada, que el siena se convierta en añil por efecto de la luz de la luna Aborrezco tu almohada vacía Detesto el silencio a mi lado izquierdo Muero de deseo bajo los olmos y Aún así y con todo venero los cuernos de los ciervos, anego mis pulmones de una ira que no termino de apagar, recuerdo tus manos una vez más, maldigo la tempestad y la bendigo y huelo en cada rincón de la camisa que llevo puesta un resto tuyo, un resto que huye a medida que lo atrapo. No es amor lo que escribo es pasión. No son lágrimas lo que derramo sino semen sagrado, escaso semen que siembra en ti mi huella la cual, cometa del tiempo, remonta a las orígenes, sean éstos sopas primordiales u hondas contra gigantes Porque te leería la Biblia entera Porque para ti sería Sherezade Porque me abriría en canal para luego cerrarme si tus nalgas me juraran apretarse una vez más, tan sólo una, contra mi sexo joven en la madurez que se asoma ya a la senectud Agua viva Puerto inseguro Nave que zozobra Parangón sin comparación Estrella sin nombre Firmamento abierto Verso caudal Aleta frigia Machón con firma Desnudo vivo Samba de los treinta y cuatro largos Birimbao y gemido Sultana y perra Emperatriz y esclava Noche larga Cuerno de la abundancia Beso dado Espalda Desazón Espera Baloncito Extraña Cercana Luz de sol en sombra de luna