El riesgo es una palabra de origen incierto. Dice Corominas que es probable que tenga el mismo origen que el castellano risco 'peñasco escarpado', antiguamente riesco , por el peligro que corre el que transita por estos lugares o el navegante que se acerca a un escollo; también viene a ser 'lugar quebrado y fragoso'; a sus significados se añade en época medieval, los sentidos de combate, conflicto, división, discordia.
El riesgo es vivir plenitud. El riesgo de vivir nos llevará, inevitablemente, a peñascos escarpados y a escollos que apenas sobresalen de las aguas oscuras del mar y por lo mismo, vivir pleno, se convierte, en algunos momentos, en combate contras las ideas implantadas, en conflicto con el mundo interior y exterior, en división y ruptura, en enconada discordia con la Idea de vivir.
Escribe Schopenhauer en sus Complementos al Libro Primero. Capítulo 17. Sobre la necesidad metafísica en el hombre: Ningún ser, salvo el hombre, se sorprende de su propia existencia. La sorpresa por esta existencia teñida además de dolor, miseria y muerte impele al hombre a trascender, a buscar la metafísica. Continúa más adelante Schopenhauer: ...nunca ha faltado gente que se ha afanado en fundar su sustento en esa necesidad metafísica del hombre y explotarla lo mejor posible. Por eso en todos los pueblos hay monopolistas y administradores generales de esa necesidad: los sacerdotes. Para asegurar su oficio por todas partes necesitaron obtener el derecho a inculcar a los hombres desde muy temprano, antes de que el juicio despertara de su sueño matutino, es decir, en la primera infancia, sus dogmas. Pues en ese momento todo dogma bien inculcado, por absurdo que sea, se adhiere para siempre. [...]
Entiendo por metafísica todo supuesto conocimiento que vaya más allá de la posibilidad de la experiencia, es decir, más allá de la naturaleza o del fenómeno dado de las cosas y que ofrezca una explicación sobre lo que está detrás de la naturaleza y la hace posible. [...]
En los pueblos civilizados encontramos dos tipos de metafísica que se distinguen en que una tiene su confirmación en sí misma (la filosofía) y la otra la tiene fuera de sí (la religión). [...] En cambio para la mayoría de los hombres [...] existen exclusivamente los sistemas metafísicos del segundo tipo.
El riesgo es vivir construyendo un sistema que permita admitir, en sí, la existencia del dolor, la miseria y la conciencia de la muerte. Es decir una filosofía que tenga la -y vuelvo a las palabras de Schopenhauer- obligación de ser verdadera en su propio y estricto sentido en todo lo que dice, pues se dirige al pensamiento y a la convicción. En cambio una religión, destinada a la multitud innumerable, [...], tiene sólo la obligación de ser verdadera en un sentido alegórico. Y en la alegoría -continúo yo- no hay riesgo.
El riesgo de no saber amar y construir el amor: el riesgo de no saber vivir y construir la vida; el riesgo de aventurar pensamientos que conduzca a la aceptación humilde y compasiva de que somos seres finitos y contingentes; el riesgo absoluto de mirar un árbol y ver sólo un árbol.
Riesgo, risco, escollo, vida.
El riesgo es vivir plenitud. El riesgo de vivir nos llevará, inevitablemente, a peñascos escarpados y a escollos que apenas sobresalen de las aguas oscuras del mar y por lo mismo, vivir pleno, se convierte, en algunos momentos, en combate contras las ideas implantadas, en conflicto con el mundo interior y exterior, en división y ruptura, en enconada discordia con la Idea de vivir.
Escribe Schopenhauer en sus Complementos al Libro Primero. Capítulo 17. Sobre la necesidad metafísica en el hombre: Ningún ser, salvo el hombre, se sorprende de su propia existencia. La sorpresa por esta existencia teñida además de dolor, miseria y muerte impele al hombre a trascender, a buscar la metafísica. Continúa más adelante Schopenhauer: ...nunca ha faltado gente que se ha afanado en fundar su sustento en esa necesidad metafísica del hombre y explotarla lo mejor posible. Por eso en todos los pueblos hay monopolistas y administradores generales de esa necesidad: los sacerdotes. Para asegurar su oficio por todas partes necesitaron obtener el derecho a inculcar a los hombres desde muy temprano, antes de que el juicio despertara de su sueño matutino, es decir, en la primera infancia, sus dogmas. Pues en ese momento todo dogma bien inculcado, por absurdo que sea, se adhiere para siempre. [...]
Entiendo por metafísica todo supuesto conocimiento que vaya más allá de la posibilidad de la experiencia, es decir, más allá de la naturaleza o del fenómeno dado de las cosas y que ofrezca una explicación sobre lo que está detrás de la naturaleza y la hace posible. [...]
En los pueblos civilizados encontramos dos tipos de metafísica que se distinguen en que una tiene su confirmación en sí misma (la filosofía) y la otra la tiene fuera de sí (la religión). [...] En cambio para la mayoría de los hombres [...] existen exclusivamente los sistemas metafísicos del segundo tipo.
El riesgo es vivir construyendo un sistema que permita admitir, en sí, la existencia del dolor, la miseria y la conciencia de la muerte. Es decir una filosofía que tenga la -y vuelvo a las palabras de Schopenhauer- obligación de ser verdadera en su propio y estricto sentido en todo lo que dice, pues se dirige al pensamiento y a la convicción. En cambio una religión, destinada a la multitud innumerable, [...], tiene sólo la obligación de ser verdadera en un sentido alegórico. Y en la alegoría -continúo yo- no hay riesgo.
El riesgo de no saber amar y construir el amor: el riesgo de no saber vivir y construir la vida; el riesgo de aventurar pensamientos que conduzca a la aceptación humilde y compasiva de que somos seres finitos y contingentes; el riesgo absoluto de mirar un árbol y ver sólo un árbol.
Riesgo, risco, escollo, vida.