Querida señora Frobe:
... No hay solución, sólo cabe tener paciencia con los opuestos, que provienen al fin y al cabo de su propia naturaleza. Usted misma es un conflicto que se enfurece en y contra sí misma, a fin de fundir en el fuego del sufrimiento sus substancias incompatibles, lo masculino y lo femenino, y crear así esa forma fija e inalterable que es la meta de la vida. Todo el mundo pasa por ese trance, consciente o inconscientemente, voluntariamente o por la fuerza. Estamos crucificados entre los opuestos y librados al tormento hasta que tome forma el tercero que concilia. No dude de que los dos lados que alberga en su interior merecen la pena y deje que lo que vaya a suceder suceda, sea lo que sea. El conflicto, en apariencia insoportable, es la demostración del valor de su vida. Una vida sin contradicción interior sólo es media vida o una vida en el Más Allá, destinada exclusivamente a los ángeles. Pero Dios ama más a los seres humanos que a los ángeles.
Mi más cordial saludo,
C. G. Jung
... No hay solución, sólo cabe tener paciencia con los opuestos, que provienen al fin y al cabo de su propia naturaleza. Usted misma es un conflicto que se enfurece en y contra sí misma, a fin de fundir en el fuego del sufrimiento sus substancias incompatibles, lo masculino y lo femenino, y crear así esa forma fija e inalterable que es la meta de la vida. Todo el mundo pasa por ese trance, consciente o inconscientemente, voluntariamente o por la fuerza. Estamos crucificados entre los opuestos y librados al tormento hasta que tome forma el tercero que concilia. No dude de que los dos lados que alberga en su interior merecen la pena y deje que lo que vaya a suceder suceda, sea lo que sea. El conflicto, en apariencia insoportable, es la demostración del valor de su vida. Una vida sin contradicción interior sólo es media vida o una vida en el Más Allá, destinada exclusivamente a los ángeles. Pero Dios ama más a los seres humanos que a los ángeles.
Mi más cordial saludo,
C. G. Jung