Pálpito de animal. Fotografía de Olmo Z. Agosto 2014
Je m'accuse de ser un irreponsable y de no entender en absoluto los matices en la voz.
Me acuso de ser a medias, de no ser humilde (a medias), de mirarme a veces con usura la largura de las uñas (a medias).
Me acuso del tedio de la tarde.
Me acuso de tener la paciencia que se requiere para entender el problema.
Yo me acuso y me pego un capón en la cabeza, en la coronilla, donde duele.
Yo me acuso de leerme el caso Dreyfus ayer por la noche mientras fuera el río iba cayendo y yo había sido presa de mi vehemencia.
Yo me acuso de no haber sido capaz de desterrar la ira de inmediato y de sentir una vez expulsado el grito una suerte de arrepentimiento en todo parecido a una aurora en invierno.
Me acuso de dormir bien.
Me acuso de teclear con cuatro dedos (a veces, y entonces no me acuso de nada, con siete).
Je m'accuse de verdear los recuerdos, de palpitar la vida; je m'accuse de amar el francés y las cosas de Francia; je m'accuse de dispersión; me acuso de amor; je m'accuse de algunas canciones que rondan mi cabeza y del placer que siento cuando siento placer al cantar; me acuso de ser un esteta; me acuso del fulgor de mis ojos; me acuso de la perdurabilidad del deseo; me acuso de amar con desmesura el juego del ajedrez, amarlo yo, sí, amarlo, yo que soy un pato cojo jugándolo y no tanto gozándolo.
Yo me acuso de no saber responder.
Yo me acuso de no saber encajar.
Yo me acuso de una suerte de vida, sabiendo que esta vida que vivo no es la vida que se ha de vivir; me acuso de esta frase de inmediato y sin perdón posible; me acuso de pensar ahora mismo arriero; me acuso de lo insostenible, de la ternura, del apaciguamiento, de la carencia, de la caricia, de comprarle la comida a mi perro; me acuso del esfuerzo y del decaimiento y de la inacción y de la espera y de la visión y de la calefacción y de la rotura del horno y del oído en el que se genera ya el tapón; me acuso de la esfera, del compás y la linterna.
Je m'accuse de pedantería y de ser un petimetre.
Je m'accuse de entender la mecánica de la guitarra y también me acuso con pena capital o como mínimo cadena perpetua de loor de violines, historias bíblicas, caídas y quebrantos e intuiciones.
Me acuso con voracidad de este escrito.
Me acuso de volver de nuevo a la contemplación.
Me acuso de que mis manos hayan quedado frías y de la tristeza que siento esta mañana y de lo hermoso que está el día y de las veces que me he repetido ve a nadar hoy ve a nadar hoy ve a nadar hoy y de la luz que incide sobre el teclado negro y de las teclas cuyo símbolo ya no existe pero yo sé que ahí se encuentra la a o la s o la e o la o y de la vela que nunca enciendo y de la amiga a la que nunca volví a llamar y del desasosiego y la lectura de Pessoa y de la librería que tengo encima de mi cabeza y del cuadro del amigo que tanto miro y de la congoja que siento en mi pecho y de la dulzura que escapó de mí y de lo estrecha que es la primera calle y de la carrera en el paseo bonito y de la parquedad y sequedad de diciembre y de la noche que se avecina y de la imposibilidad del perdón en mi vida imperdonable.
Yo me acuso de yo y por lo tanto je me requeteaccuse.
Me acuso de ser a medias, de no ser humilde (a medias), de mirarme a veces con usura la largura de las uñas (a medias).
Me acuso del tedio de la tarde.
Me acuso de tener la paciencia que se requiere para entender el problema.
Yo me acuso y me pego un capón en la cabeza, en la coronilla, donde duele.
Yo me acuso de leerme el caso Dreyfus ayer por la noche mientras fuera el río iba cayendo y yo había sido presa de mi vehemencia.
Yo me acuso de no haber sido capaz de desterrar la ira de inmediato y de sentir una vez expulsado el grito una suerte de arrepentimiento en todo parecido a una aurora en invierno.
Me acuso de dormir bien.
Me acuso de teclear con cuatro dedos (a veces, y entonces no me acuso de nada, con siete).
Je m'accuse de verdear los recuerdos, de palpitar la vida; je m'accuse de amar el francés y las cosas de Francia; je m'accuse de dispersión; me acuso de amor; je m'accuse de algunas canciones que rondan mi cabeza y del placer que siento cuando siento placer al cantar; me acuso de ser un esteta; me acuso del fulgor de mis ojos; me acuso de la perdurabilidad del deseo; me acuso de amar con desmesura el juego del ajedrez, amarlo yo, sí, amarlo, yo que soy un pato cojo jugándolo y no tanto gozándolo.
Yo me acuso de no saber responder.
Yo me acuso de no saber encajar.
Yo me acuso de una suerte de vida, sabiendo que esta vida que vivo no es la vida que se ha de vivir; me acuso de esta frase de inmediato y sin perdón posible; me acuso de pensar ahora mismo arriero; me acuso de lo insostenible, de la ternura, del apaciguamiento, de la carencia, de la caricia, de comprarle la comida a mi perro; me acuso del esfuerzo y del decaimiento y de la inacción y de la espera y de la visión y de la calefacción y de la rotura del horno y del oído en el que se genera ya el tapón; me acuso de la esfera, del compás y la linterna.
Je m'accuse de pedantería y de ser un petimetre.
Je m'accuse de entender la mecánica de la guitarra y también me acuso con pena capital o como mínimo cadena perpetua de loor de violines, historias bíblicas, caídas y quebrantos e intuiciones.
Me acuso con voracidad de este escrito.
Me acuso de volver de nuevo a la contemplación.
Me acuso de que mis manos hayan quedado frías y de la tristeza que siento esta mañana y de lo hermoso que está el día y de las veces que me he repetido ve a nadar hoy ve a nadar hoy ve a nadar hoy y de la luz que incide sobre el teclado negro y de las teclas cuyo símbolo ya no existe pero yo sé que ahí se encuentra la a o la s o la e o la o y de la vela que nunca enciendo y de la amiga a la que nunca volví a llamar y del desasosiego y la lectura de Pessoa y de la librería que tengo encima de mi cabeza y del cuadro del amigo que tanto miro y de la congoja que siento en mi pecho y de la dulzura que escapó de mí y de lo estrecha que es la primera calle y de la carrera en el paseo bonito y de la parquedad y sequedad de diciembre y de la noche que se avecina y de la imposibilidad del perdón en mi vida imperdonable.
Yo me acuso de yo y por lo tanto je me requeteaccuse.