Vais a buscar dónde se encuentra el perdón y así la remisión alcanzará las heces
Someteréis a interrogatorio la posible condonación. No importa el gesto de quien implore el olvido. Podría ser cualquier...
Si existe es hez. No es palabra gratuita. Es hez
Una alza la mano. Calla la lechuza. Va vestida entera de rojo. También los labios los ha pintado. También las huellas de las manos y de los pies. Porque va descalza. Porque corona su cabeza con tallos de rosas (sin flor). Alza -decimos- la mano y sonríe sin piedad alguna. Os desdice. Os aniquila. Os opone su propia libertad. No hay perdón, En una de las siete vida que viviréis -os dice- seréis asesinos. Nada os lo puede hurtar. Baila. Sus senos se mueven libres bajo el vestido rojo. No hay. No hay. No
Ni penitencia. Ni bula. Ni jubileo. Ni simonía. La mujer que alzó la mano se tira por el ventanal y cae al río, hondo como la culpa, y sale a flote y nada y se embellece y refulge y no es sirena y no es puta y no es culpable
No quiero el perdón, tampoco
No quieras dispensar paz alguna
Nada se revolverá en su tumba
Ha latido un corazón. Es cierto que rompimos el álbum. Es cierto que fuimos nosotros los ladrones. Es cierto que soportamos que culparan a otros. Es cierto que nos vencía el terror y la necesidad
Vemos a la mujer que se aleja por el río y se acerca a un meandro. Tras él le espera Un Territorio Sin Mácula
Llegará. Sabéis que llegará
El hacha entonces no mata a E
La hiel se queda en la vejiga del puerco
El alba no volverá a luchar contra la oscuridad; dejará que se venza de fatiga
Nada muchacha que alzaste la mano
Tu traje rojo tiñe de pasión las aguas y nos da esperanza y nos genera aletas
Ya llegas, alma apasionada
No, no habrá perdón
No habrá escara
No habrá puerto
No habrá montaña
Ni faro hay en la costa
Ni pez con entrañas
Cuando aflojéis la cuerda del arco
la niña dejará de berrear y el cementerio florecerá sin cruces y los fuegos fatuos serán fósforo y mito
Cuando llevéis la mano blanda
renacerá la paz en las ciudades y hasta entonces ¡Nada, muchacha! ¡Nada por el río! ¡Por el río hondo de las muchas culpas! ¡A flote! ¡Con tu cabellera negra y tu mirada osada! ¡Nada, mujer que eres para nosotros la brazada que nos mantiene vivos en esta tierra sin humedad ni juncos!
Someteréis a interrogatorio la posible condonación. No importa el gesto de quien implore el olvido. Podría ser cualquier...
Si existe es hez. No es palabra gratuita. Es hez
Una alza la mano. Calla la lechuza. Va vestida entera de rojo. También los labios los ha pintado. También las huellas de las manos y de los pies. Porque va descalza. Porque corona su cabeza con tallos de rosas (sin flor). Alza -decimos- la mano y sonríe sin piedad alguna. Os desdice. Os aniquila. Os opone su propia libertad. No hay perdón, En una de las siete vida que viviréis -os dice- seréis asesinos. Nada os lo puede hurtar. Baila. Sus senos se mueven libres bajo el vestido rojo. No hay. No hay. No
Ni penitencia. Ni bula. Ni jubileo. Ni simonía. La mujer que alzó la mano se tira por el ventanal y cae al río, hondo como la culpa, y sale a flote y nada y se embellece y refulge y no es sirena y no es puta y no es culpable
No quiero el perdón, tampoco
No quieras dispensar paz alguna
Nada se revolverá en su tumba
Ha latido un corazón. Es cierto que rompimos el álbum. Es cierto que fuimos nosotros los ladrones. Es cierto que soportamos que culparan a otros. Es cierto que nos vencía el terror y la necesidad
Vemos a la mujer que se aleja por el río y se acerca a un meandro. Tras él le espera Un Territorio Sin Mácula
Llegará. Sabéis que llegará
El hacha entonces no mata a E
La hiel se queda en la vejiga del puerco
El alba no volverá a luchar contra la oscuridad; dejará que se venza de fatiga
Nada muchacha que alzaste la mano
Tu traje rojo tiñe de pasión las aguas y nos da esperanza y nos genera aletas
Ya llegas, alma apasionada
No, no habrá perdón
No habrá escara
No habrá puerto
No habrá montaña
Ni faro hay en la costa
Ni pez con entrañas
Cuando aflojéis la cuerda del arco
la niña dejará de berrear y el cementerio florecerá sin cruces y los fuegos fatuos serán fósforo y mito
Cuando llevéis la mano blanda
renacerá la paz en las ciudades y hasta entonces ¡Nada, muchacha! ¡Nada por el río! ¡Por el río hondo de las muchas culpas! ¡A flote! ¡Con tu cabellera negra y tu mirada osada! ¡Nada, mujer que eres para nosotros la brazada que nos mantiene vivos en esta tierra sin humedad ni juncos!