El pelo largo. La barba de días. Crecen y pueden ser aún motivo de comentario (o de censura).
En ese instante Bigas Luna, Sara Montiel, José Luis Sampedro mueren. Morir será no estar entre los vivos.
Deja al perro después de haberlo sacado.
Se mira en el espejo.
Recuerda el día que vio a José Luis Sampedro sentado en la terraza de El Espejo en el Paseo de la Castellana de la ciudad de Madrid (el Paseo de la Castellana se asienta sobre el cauce de un río seco). Acababa de publicar La Sonrisa Etrusca. No se atrevió a acercarse a él y felicitarle.
Se monta en el coche y piensa, Dentro de diez días tengo que castrar al perro. Luego piensa, Tengo que, tengo que, tengo que. Y también se dice, Si hay atasco en la carretera, relájate.
La mañana. Los papeles. La cocina. La cama deshecha. El estuco. La poca luz. Una conversación de otro tiempo. El camino. La vegetación de patio interior. De patio interior. La calle B. La calle A. La calle MCR. La vuelta. La librería. Mira el escaparate. Hoy no hay ningún título que le llame la atención. Jamón, Jamón y la imagen de Ana Galiena abriendo su boca y exclamando como un loro Guaca, Guaca, Guaca y la idea de que esa boca luego se comerá una buena polla, con gusto, con alegría, con desenfado. Vuelta. El tráfico de la una del mediodía. El cansancio y el leve malestar en el ojo izquierdo. Piensa, A José Luis Sampedro ya nunca le dolerá el ojo izquierdo y mientras conduce siente ganas de llorar. Y llora. La montaña. El perro. Le dice mientras le pone la correa, Es que no te iba a dejar que te follaras a todas las perras en celo. No podría hacerme cargo de todas las camadas. Es mejor que te castre. Es mejor para ti y para mí; es preferible la calma a la ansiedad (entonces se detiene en su pensar y repiensa, ¿Por qué es preferible la calma a la ansiedad?). Vuelta por los lugares conocidos.
Comer. Pan. Le gusta el pan. Luego el sueño. Siesta (que al decirlo le recuerda a Guaca) con masturbación y lubricante. Sueño. Sueño. Despertar. Café. Sara Montiel deja caer sus párpados mientras susurra, Quizás, quizás, quizás. Ducha. Se lava la cabeza. Se afeita. Se aceita la cara y la impregna con aromas de la India. Se viste de estreno. Saca al perro. Le acaricia. Le dice, Me han dicho que por la tarde mismo, ya estarás bien. Que no es nada. Vamos. Dame tú también ánimos. La vuelta.
Piensa, Si hay atasco en la carretera, relájate. Las luces. La tarde. La ciudad. Las calles. Encuentra aparcamiento pronto. Lo agradece a las energías del Universo que controlan el aparcamiento de los coches entre los humanos. Camina. El teatro de la Zarzuela. La cola. El estreno. Viejos amigos. Se siente bien. Abrazo. Besos. Conversaciones. Patio de butacas. La función. Es una función. Cumple su función. Es funcional. Aplausos. Sensación de clá. La salida. Una cerveza. Más caras conocidas. Una conversación interesante. La noche en la ciudad camino del coche. Absolutamente desiertas las calles. Las calles que nunca más serán pisadas por... La radio de vuelta. El frío. Un abril que es más bien principios de marzo. El perro felicísimo con su llegada. El último paseo. Los muslos de una actriz. Piensa, Qué ganas tengo de follar. La vuelta.
La cama. El libro que lee que va perdiendo fuelle (¡qué difícil es escribir con tensión!). El sueño, Guaca, el hedonismo de Bigas Luna. La luna. La teta de Ana Galiena. Elixir del sueño. La oscuridad. La honda respiración del perro a sus pies. Una caricia. La oscuridad.
Vale.