Dados. Por supuesto que podría ser missy Florence. Todo podría ser una fabulosa, cósmica, partida de dados. No voy a ser yo quien le quite a usted ese gusto. Para mí será también un gran placer denunciarla, missy Florence. Tenía ganas, desde hace tiempo, quizá desde que naciera, de ir a una comisaría y poner una denuncia que mande a una mujer como usted entre rejas. Una mujer como usted, missy Florence, una mujer que no podía llamarse Laura o Carmen o María, simplemente María, ¿recuerda usted missy Florence? ¡Qué va usted a recordar! El asunto es que sí, pueden ser dados, pudiera ser un azar eterno que tuviera cierta tendencia al círculo, ¿me sigue, querida? Yo no le discutiría esa posibilidad. Para eso estamos aquí, para escuchar, también para advertir, también para no dejar que se engañen ustedes mismas con ideas que vienen de muy antiguo y que tienen una fácil refutación cuya base se encuentra en la fe. Sin fe no hay refutación que valga; sin fe mam, no tengo por dónde empezar y eso me lleva a un callejón sin salida y le aseguro que sé muy bien lo que es vivir en un callejón sin salida, yo viví casi doce años de mi vida en uno de ellos y le puedo asegurar que lo que mejor olía en aquel sitio era la meada de los gatos Por eso le prevengo sobre la fe. Si usted la tiene, algo podremos hacer. Si no, si su creencia en que todo es una puta partida de dados es inquebrantable como lo fue la fe en Dios de los primeros mártires que sucumbieron en las catacumbas de Roma la Viciosa con la paz de saberse prestos a encontrarse frente al rostro luminoso de Dios Nuestro Señor y Nuestra Bendita Virgen, madre de Nuestro Señor Jesucristo que vive y reina etcétera, etcétera, etcétera... si tan fuerte como la fe de los nuestros es su descreimiento, entonces, sepa missy Florence, que le esperan los gloriosos carceleros, sucios como ratas, salidos como perros sin educación, que están esperando a que llegue a sus dominios la carne fresca de una mujer fértil para preñarla una vez y otra y otra y otra para que no cesen de llegar hijos de Dios al mundo, hijos a los que adoctrinar, hijos a los que enviar a las matanzas y los trabajos diarios que forman la quintaesencia de nuestra cultura, una cultura del esfuerzo, una cultura del éxito, una cultura que nos lleva más allá de la estrellas, ¿me escuchas, missy Florence? ¿Me escuchas, hija de perra? Que como te empiece a dar hostias no voy a parar hasta que no arranque del último recoveco de la más ínfima de las circunvoluciones de tu cerebro la idea de partida de azar, de juego de dados como metáfora de la vida. Tienes cinco minutos para desdecirte y abrazar con regocijo la llegada del Mesías. Si Dios no te ilumina es que no te quiere entre nosotras. Si Dios en estos cinco minutos, no te ilumina lo que nos está diciendo es que tú perteneces a la cohorte de las Caídas y como tal has de vivir en el fuego, crepitando tu dolor por toda la eternidad. ¡Que la paz sea contigo, cerda!
Metabolismo
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 23/07/2022 a las 18:29Monólogo sacerdotal de la Escena 4ª del Acto II de una obra sin escribir y sin titular que con muchas probabilidades jamás estrenaré.
Dados. Por supuesto que podría ser missy Florence. Todo podría ser una fabulosa, cósmica, partida de dados. No voy a ser yo quien le quite a usted ese gusto. Para mí será también un gran placer denunciarla, missy Florence. Tenía ganas, desde hace tiempo, quizá desde que naciera, de ir a una comisaría y poner una denuncia que mande a una mujer como usted entre rejas. Una mujer como usted, missy Florence, una mujer que no podía llamarse Laura o Carmen o María, simplemente María, ¿recuerda usted missy Florence? ¡Qué va usted a recordar! El asunto es que sí, pueden ser dados, pudiera ser un azar eterno que tuviera cierta tendencia al círculo, ¿me sigue, querida? Yo no le discutiría esa posibilidad. Para eso estamos aquí, para escuchar, también para advertir, también para no dejar que se engañen ustedes mismas con ideas que vienen de muy antiguo y que tienen una fácil refutación cuya base se encuentra en la fe. Sin fe no hay refutación que valga; sin fe mam, no tengo por dónde empezar y eso me lleva a un callejón sin salida y le aseguro que sé muy bien lo que es vivir en un callejón sin salida, yo viví casi doce años de mi vida en uno de ellos y le puedo asegurar que lo que mejor olía en aquel sitio era la meada de los gatos Por eso le prevengo sobre la fe. Si usted la tiene, algo podremos hacer. Si no, si su creencia en que todo es una puta partida de dados es inquebrantable como lo fue la fe en Dios de los primeros mártires que sucumbieron en las catacumbas de Roma la Viciosa con la paz de saberse prestos a encontrarse frente al rostro luminoso de Dios Nuestro Señor y Nuestra Bendita Virgen, madre de Nuestro Señor Jesucristo que vive y reina etcétera, etcétera, etcétera... si tan fuerte como la fe de los nuestros es su descreimiento, entonces, sepa missy Florence, que le esperan los gloriosos carceleros, sucios como ratas, salidos como perros sin educación, que están esperando a que llegue a sus dominios la carne fresca de una mujer fértil para preñarla una vez y otra y otra y otra para que no cesen de llegar hijos de Dios al mundo, hijos a los que adoctrinar, hijos a los que enviar a las matanzas y los trabajos diarios que forman la quintaesencia de nuestra cultura, una cultura del esfuerzo, una cultura del éxito, una cultura que nos lleva más allá de la estrellas, ¿me escuchas, missy Florence? ¿Me escuchas, hija de perra? Que como te empiece a dar hostias no voy a parar hasta que no arranque del último recoveco de la más ínfima de las circunvoluciones de tu cerebro la idea de partida de azar, de juego de dados como metáfora de la vida. Tienes cinco minutos para desdecirte y abrazar con regocijo la llegada del Mesías. Si Dios no te ilumina es que no te quiere entre nosotras. Si Dios en estos cinco minutos, no te ilumina lo que nos está diciendo es que tú perteneces a la cohorte de las Caídas y como tal has de vivir en el fuego, crepitando tu dolor por toda la eternidad. ¡Que la paz sea contigo, cerda!