La memoria es una forma de interpretación (o una forma de re-construcción).
Recordando la época de mi vida es que anhelaba ser -por serlo- un intelectual, sin saber muy bien qué significaba ni qué implicaba y tras haber recorrido ese camino a lo largo de los últimos 35 años de mi existencia y haber llegado al punto de partida sin haber recogido ninguna respuesta a las dos preguntas: ¿qué significa ser intelectual? ¿qué implica serlo?, releo libros y revistas que me abrieron la mente a ese anhelo que tenía.
El párrafo anterior es memoria. Podría haber sido cualquier otro recuerdo. He elegido éste porque en realidad estoy volviendo -en efecto- a una revista que en los años 80 y 90 del siglo pasado constituyó para mí una fuente de saber nuevo: El Paseante.
Recordando la época de mi vida es que anhelaba ser -por serlo- un intelectual, sin saber muy bien qué significaba ni qué implicaba y tras haber recorrido ese camino a lo largo de los últimos 35 años de mi existencia y haber llegado al punto de partida sin haber recogido ninguna respuesta a las dos preguntas: ¿qué significa ser intelectual? ¿qué implica serlo?, releo libros y revistas que me abrieron la mente a ese anhelo que tenía.
El párrafo anterior es memoria. Podría haber sido cualquier otro recuerdo. He elegido éste porque en realidad estoy volviendo -en efecto- a una revista que en los años 80 y 90 del siglo pasado constituyó para mí una fuente de saber nuevo: El Paseante.
Tabula Anatomica XIII de Petro Berrettino Cortonensi
En el número 14 que tiene como motivo principal el tema Imágenes del Tiempo he encontrado un artículo escrito por Israel Rosenfield titulado Una nueva aproximación a la memoria y la percepción. La síntesis del artículo viene a decir que al igual que Einstein demostró la falsedad -en el sentido de hipótesis que se descubre falsa- del Tiempo Absoluto de Newton, el profesor Gerald M. Edelman ha propuesto una teoría que demuestra la falsedad -en el sentido de hipótesis que se descubre falsa- de las teoría de Sigmund Freud que suponía que la memoria es un archivo permanente de sucesos pasados, un archivo que está anatómicamente separado de los mecanismos del cerebro que son responsables de nuestra capacidad de percibir el mundo que nos rodea.
A través del artículo y relacionando memoria y percepción con el sistema inmunológico y con la embriología y la existencia de unas moléculas de adhesión de células llamadas moléculas CAM, el autor del artículo -que recopila los experimentos de varios científicos en sus diversos campos- llega a la conclusión de que el cerebro utiliza mapas neuronales para crear un recuerdo. Y pone un ejemplo: Puede que un espía sentado en un teatro quiera localizar a la persona a quien acaba de oír decir: "Mañana a las nueve" y al mismo tiempo quiera disfrutar escuchando Casta Diva. Un conjunto de mapas cerebrales localizará a la persona que dijo "a las nueve", mientras otro conjunto de mapas le permitirá escuchar Casta Diva para su propio placer. Su cerebro ha clasificado los sonidos de diferente manera de acuerdo con sus necesidades adaptativas: trabajo y placer.
Más tarde puede que el espía haya olvidado la hora que oyó mencionar a la persona que estaba espiando. Irritado, tararea el aria Casta Diva y de repente recuerda que la cita era a las nueve. O puede que lo recuerde cuando vea el anuncio de una película que empieza a las nueve. Esto indica que la memoria no es una repetición exacta de la imagen de unos sucesos en nuestro cerebro, sino una reclasificación [...] Recogemos información en distintos contextos; esto requiere la activación de diferentes mapas que interactúan de diferente manera a como lo hicieron en nuestro primer encuentro con la información y ello conduce a la reclasificación. No nos limitamos a almacenar imágenes o datos sino que nos enriquecemos con la capacidad de clasificar de formas relacionadas.
[...] Freud supuso que los recuerdos eran fijos -del mismo modo que Newton había supuesto que el tiempo era absoluto-. [...] Al prescindir de los recuerdos fijos y sustitutirlos por la memoria como clasificación [...] la teoría de Edelman supone que cada persona es única: sus percepciones son hasta cierto punto creaciones y sus recuerdos son parte de un proceso continuo de imaginación.
Así a mis cincuenta y tres años recuerdo -y por lo tanto imagino- que a los veinte quería ser intelectual -sea lo que sea eso- pero me da la sensación que en esta reclasificación de mis veinte años hecha a los cincuenta y tres, he olvidado la reclasificación -es decir el recuerdo- de lo que recordaba a los veinte. Y así la vida se va construyendo a base de mapas (neuronales) que se escriben sobre territorios etéreos, movedizos, no falsos pero sí imaginados en un continuo vital que nos deja la curiosa paradoja de que todo lo que recordamos es, simplemente, imaginación del presente.
A través del artículo y relacionando memoria y percepción con el sistema inmunológico y con la embriología y la existencia de unas moléculas de adhesión de células llamadas moléculas CAM, el autor del artículo -que recopila los experimentos de varios científicos en sus diversos campos- llega a la conclusión de que el cerebro utiliza mapas neuronales para crear un recuerdo. Y pone un ejemplo: Puede que un espía sentado en un teatro quiera localizar a la persona a quien acaba de oír decir: "Mañana a las nueve" y al mismo tiempo quiera disfrutar escuchando Casta Diva. Un conjunto de mapas cerebrales localizará a la persona que dijo "a las nueve", mientras otro conjunto de mapas le permitirá escuchar Casta Diva para su propio placer. Su cerebro ha clasificado los sonidos de diferente manera de acuerdo con sus necesidades adaptativas: trabajo y placer.
Más tarde puede que el espía haya olvidado la hora que oyó mencionar a la persona que estaba espiando. Irritado, tararea el aria Casta Diva y de repente recuerda que la cita era a las nueve. O puede que lo recuerde cuando vea el anuncio de una película que empieza a las nueve. Esto indica que la memoria no es una repetición exacta de la imagen de unos sucesos en nuestro cerebro, sino una reclasificación [...] Recogemos información en distintos contextos; esto requiere la activación de diferentes mapas que interactúan de diferente manera a como lo hicieron en nuestro primer encuentro con la información y ello conduce a la reclasificación. No nos limitamos a almacenar imágenes o datos sino que nos enriquecemos con la capacidad de clasificar de formas relacionadas.
[...] Freud supuso que los recuerdos eran fijos -del mismo modo que Newton había supuesto que el tiempo era absoluto-. [...] Al prescindir de los recuerdos fijos y sustitutirlos por la memoria como clasificación [...] la teoría de Edelman supone que cada persona es única: sus percepciones son hasta cierto punto creaciones y sus recuerdos son parte de un proceso continuo de imaginación.
Así a mis cincuenta y tres años recuerdo -y por lo tanto imagino- que a los veinte quería ser intelectual -sea lo que sea eso- pero me da la sensación que en esta reclasificación de mis veinte años hecha a los cincuenta y tres, he olvidado la reclasificación -es decir el recuerdo- de lo que recordaba a los veinte. Y así la vida se va construyendo a base de mapas (neuronales) que se escriben sobre territorios etéreos, movedizos, no falsos pero sí imaginados en un continuo vital que nos deja la curiosa paradoja de que todo lo que recordamos es, simplemente, imaginación del presente.