La ronda de la tuna a una muchacha es un escrache romántico.
A los tunos no se les persigue, demoniza ni multa (ni aunque rondaran a Soraya Saéz de Santamaría y su niño se pusiera a berrear).
Pueden ser mucho más dañinos y violentos psicológicamente -por la vergüenza ajena- que el escrache político.
Tunos rondando en Madrid