Agamenón y su porquero se fueron caminando, tomados por los hombros.
El hombre que les había hablado los miraba confuso, sin entender muy bien las risas que poco a poco se iban volviendo más y más tenues hasta casi parecer -las risas- un caminar de hormigas por un sendero de arena.
Agamenón y su porquero se emborracharon en una taberna.
El hombre que les había hablado enmudeció para siempre.
El hombre que les había hablado los miraba confuso, sin entender muy bien las risas que poco a poco se iban volviendo más y más tenues hasta casi parecer -las risas- un caminar de hormigas por un sendero de arena.
Agamenón y su porquero se emborracharon en una taberna.
El hombre que les había hablado enmudeció para siempre.