Madrid

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 11/07/2012 a las 19:42

Deshecha, a punto del combate. Brillante de fiestas. En las tardes feas del otoño. También en esas tardes. La ciudad que no es ciudad. La ciudad fea. La ciudad pequeña. La ciudad que se desgajó de La Mancha por un afán de notoriedad. Esa ciudad que es nada tiene un don que la encumbra y la sostiene: su capacidad para acoger, su capacidad para entender los agravios de los demás habitantes de este país que nunca quiso serlo.

Madrid que no es nada frente a Roma
Madrid que no es nada frente a Paris.
Madrid que no es nada frente a Londres.
Madrid las iguala -cuando menos- en fraternidad con los heridos, los desheredados, los indignados, los hambrientos, los que buscan, los que se guardan, los que protestan.

Hoy ha sido la llegada de La Marcha Negra de los Mineros y a su paso por el Paseo de la Castellana, se les han ido uniendo gentes de esta capital pequeña como de provincias y un minero, emocionado, ha dicho, "No me esperaba esto. Juro que no me esperaba este recibimiento". Así responde esta ciudad sucia, deshilvanada, fea.

O como recibe a los fastos del Orgullo Gay (días en los que yo celebro los fastos de la Humildad Hetero).
O como se yergue, blancas las manos, para pedir la vida de un condenado.
O como se lanza a las calles para defender la libertad.
O como defendió la República hasta el último aliento.

Esta ciudad antipoética que por no tener no tiene un río lo suficientemente ancho como para hacerle un puente con nombre atrevido y que, de repente, por un azar de una reina medio ciega construye en su pulmón un Palacio de Cristal.

Un Madrid con olor a meado en su casco viejo. Un Madrid de los Austrias, austero y frío como la dinastía que le da nombre.
Un Madrid quemado.
Un Madrid arrebatado.
Un Madrid de mierda que permite florecer esperanzas como lo fue La Movida.

... y que aún hoy en este 2012 sigue dando ejemplos de grandeza cuando recibe con los brazos abiertos a aquellos que en otro tiempo fueron los respetados del clan, los mineros, aquellos que se atrevían a entrar en el vientre de la Tierra para arrebatarle sus frutos: los mineros, antiguos herreros, revestidos de alquimistas.

¡Salve, Madrid, Reina de las feas, Simpática por demás!
Palacio de Cristal
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