Esopo de Diego Velázquez. ca. 1638
Preguntas:
13.- ¿Qué saben los otros de uno?
45.- ¿Debemos escuchar? o ¿Cómo no escuchar?
119.- Si de nosotros mismos apenas sabemos ¿cómo se puede soportar la opinión de otro que aún sabiendo menos se erige con su opinión en sabio de ti?
4.- A más a más ¿Cómo se aguanta una opinión hiriente sobre un tema que mata?
Respuestas:
56.- Los otros no saben nada. Somos la especie que tiene el instinto del comadreo. Somos -por el maldito don de las lenguas- animales vanidosos. Todo se podría resolver en una máxima que la podría haber pronunciado mi admirado Juan de Mairena: Si necesitas que alguien te eche una mano, mírate al final de tu brazo.
607.- Sí, debemos escuchar por pura educación y al mismo tiempo tener en cuenta que si todas las opiniones son dignas de ser escuchadas, eso no implica que todas sean dignas de ser respetadas. También, claro, se puede no escuchar. Sólo se recomienda que esa no escucha se haga con otros que no nos importen un ardite, como su opinión, si no las consecuencias de no querer escuchar pasarán su factura emocional.
7.- A la pregunta 119 se responde con tener muy claro el concepto de estulticia. Cualquiera que emita una opinión tajante sobre otro es un estulto y como tal hay que tratarle: conmiseración y esperanza de días mejores.
328.- La última pregunta 4 es difícil de responder porque aguantar -que sería una posibilidad- una opinión hiriente sobre un tema que nos mata no se le puede pedir a nadie. En ese caso tiendo a pensar que los extremos son lo mejor: o cambias de tema de inmediato, y por lo tanto dejas claro que no quieres seguir escuchando o, como decía la tata Julia, más vale ponerse un vez rojo que cien amarillo y entonces, ¡ah, querido! lánzate a degüello contra el opinador e intenta callarlo para siempre.