Hace unos 2.700.000.000 de años, en lo que hoy es la granja Omdraaisvlei, cerca de Prieska (actual Sudáfrica), las gotas de lluvia de una breve tormenta golpearon la capa de ceniza de una erupción volcánica. Las gotas, que formaron pequeños cráteres, fueron enterradas por más cenizas; a lo largo de los eones, la ceniza se endureció hasta petrificarse. Otras tormentas caídas hace pocos días erosionaron la roca y dejaron al descubierto un registro fósil de los efectos de la precipitación en la era Arcaica... lo primero que han descubierto los investigadores es que las gotas de lluvia eran más grandes [...] para averiguar el tamaño de aquellas gotas primitivas, los investigadores recogieron cenizas de la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull en 2010, así como otras muestras procedentes de Hawai, y dejaron caer sobre ellas gotas de agua de varios tamaños desde una altura de 27 metros. Después petrificaron estos cráteres modernos mediante laca de pelo y uretano líquido de baja viscosidad. La comparación de los cráteres antiguos y los modernos llevó a la conclusión de que las gotas primitivas presentaban un tamaño de entre 3,8 y 5,3 mm (mayores que el tamaño de las gotas de lluvia actuales).
Este resultado arroja luz sobre un misterio de la Tierra cuando era joven: la paradoja del Sol débil. Hace miles de millones de años el sol emitía menos radiación y calentaba menos el planeta, pero el registro fósil sugiere un clima templado. Si la atmósfera no era más densa que ahora ¿cómo podía retener tanto calor? La explicación más sencilla es que la atmósfera terrestre era rica en gases de efecto invernadero, capaces de atraer una gran cantidad de calor por molécula. Según los científicos es muy probable que el cielo presentara un aspecto neblinoso, neblinas de hidrocarburos... la misma que podría estar reproduciéndose hoy en día.
Este resultado arroja luz sobre un misterio de la Tierra cuando era joven: la paradoja del Sol débil. Hace miles de millones de años el sol emitía menos radiación y calentaba menos el planeta, pero el registro fósil sugiere un clima templado. Si la atmósfera no era más densa que ahora ¿cómo podía retener tanto calor? La explicación más sencilla es que la atmósfera terrestre era rica en gases de efecto invernadero, capaces de atraer una gran cantidad de calor por molécula. Según los científicos es muy probable que el cielo presentara un aspecto neblinoso, neblinas de hidrocarburos... la misma que podría estar reproduciéndose hoy en día.