Primera Hora
La hojarasca. Así tiemblo. Vengo de un viento extraño (como relleno de fuego y cristal). Tengo un sarpullido en la cara interna del dedo meñique de la mano derecha. Puede ser causa de los guantes de látex que utilizo para manipular los alimentos en La Hamburguesa Feliz. O también heridas, ampollas, restos de la batalla con el fuego (que acuchilla, que ciega, que asfixia). Un hombro soñó que se frotaba el culo con polvos de incienso. Fue condenado por impiedad, dado que había profanado una sustancia con la que honramos a los dioses. El perfume indicaba que no conseguiría pasar inadvertido.. Muerdo el polvo de los muebles. Me sosiego un instante y pienso el nombre de Lidia. Me escurro por una rendija. Me asomo a la ceniza. No me dejaré cegar. Intentaré llegar a la cocina. Abriré la cafetera. Un marido sueña que sacrifica en público a la propia mujer como si se tratase de una víctima. Tras dividirla en trozos, la vende y obtiene a cambio unos pingües beneficios. Y le parecía que disfrutaba con ello y que intentaba esconder el dinero así ganado a causa de la envidia suscitada entre los que estaban a su alrededor. Esta persona, por haber prostituido a su esposa, se enriqueció por medios infames y, en efecto, su comercio le resultaba provechoso desde un punto de vista de lucro, pero digno de permanecer en secreto. Amé en noche de tormenta. Fui acariciado con la calma del tiempo infinito. Juré por siempre el amor efímero. Calmé la sed y me harté de gozo. Subí hasta el Parnaso y me acosté con las nueve Musas. Jugué el arte de la seducción y me embebí de mis éxitos. Me di cuenta de que nada había aprendido y nada había que aprender. Desanduve y llegué a quedarme ciego. Recuperé la vista durante una tormenta de pedrisco. Abrí los ojos al cielo hondo y creí ver en su fondo una lámpara que ardía sin fin. Una mujer sueña que es el río Janto, el que discurre por la Tróade. Durante diez años sufre hemorragias, mas no llega a morirse, lo cual es lógico, ya que el río es inmortal. Llego hasta el cuarto de baño. Abro el grifo. No hay agua. Tengo sed. Me señalo las manos y elevo los brazos en busca de protección. Me pregunto si acabaré no sabiendo. Me arrepiento de haber sabido tanto. Desaprender, desaprender, me digo, es la única sabiduría. ¡Maldito neocórtex! bramo. Jugaré a llegar hasta mi cama que se encuentra envuelta en llamas. Me arroparé con las lenguas de fuego y dejaré que el colchón ejerza su función de parrilla (al modo de un San Sebastián cualquiera). Un hombre sueña que enciende su lámpara con la luna. Y se queda ciego. Ciertamente, prendió la llama en donde era imposible obtenerla. Aparte de que se suele afirmar que este astro carece de luz propia.. Ahora no sé que soy feliz. Ahora, por fin, no sé que todo este cúmulo de vivencias (de existencias) son la felicidad. Ahora no sé que el brazo que arde es la luminaria de mi entendimiento y que el volcán que ruge es mi garganta dormidísima. Ahora no sé que el sexo es el altar de las premoniciones y que una curva es la esencia del adiós. Ahora no sé que vislumbro la mirada en el giro ciego y que esta música que machaconamente alude al sentimiento del amor es una rapsodia húngara dedicada al Innombrable. Una mujer sueña que ve en la luna tres imágenes de sí misma. Dio a luz a tres niñas gemelas y todas murieron en el mismo mes. Las imágenes representaban, en realidad, a las recién nacidas y figuraban en el interior de un único círculo. En consecuencia, las hijas eran contenidas en una misma membrana, según afirman algunos médicos, y no vivieron más tiempo por causa de la luna. Me desprendo de la ropa. Me siento desnudo frente al espejo. Está roto mi cuerpo mientras el espejo se mantiene intacto. Mi imagen destrozada me inspira aire y lleno mis pulmones de una calma absoluta. Querré cerrar los ojos y sumiré mis labios en una verso constante (yámbico quizá). Nada aparecerá más tarde. La aurora. Un traje. Versículos de venerables tradiciones. Giomar. El caudal. La vuelta. La ira. La llama. La llama. Mi cara. La llama. La llama. Un individuo sueña que nace al mismo tiempo que el sol y que recorre el mismo curso que la luna. Se ahorca y de esta manera, el sol y la luna, al salir, lo ven mecerse en el aire.
La hojarasca. Así tiemblo. Vengo de un viento extraño (como relleno de fuego y cristal). Tengo un sarpullido en la cara interna del dedo meñique de la mano derecha. Puede ser causa de los guantes de látex que utilizo para manipular los alimentos en La Hamburguesa Feliz. O también heridas, ampollas, restos de la batalla con el fuego (que acuchilla, que ciega, que asfixia). Un hombro soñó que se frotaba el culo con polvos de incienso. Fue condenado por impiedad, dado que había profanado una sustancia con la que honramos a los dioses. El perfume indicaba que no conseguiría pasar inadvertido.. Muerdo el polvo de los muebles. Me sosiego un instante y pienso el nombre de Lidia. Me escurro por una rendija. Me asomo a la ceniza. No me dejaré cegar. Intentaré llegar a la cocina. Abriré la cafetera. Un marido sueña que sacrifica en público a la propia mujer como si se tratase de una víctima. Tras dividirla en trozos, la vende y obtiene a cambio unos pingües beneficios. Y le parecía que disfrutaba con ello y que intentaba esconder el dinero así ganado a causa de la envidia suscitada entre los que estaban a su alrededor. Esta persona, por haber prostituido a su esposa, se enriqueció por medios infames y, en efecto, su comercio le resultaba provechoso desde un punto de vista de lucro, pero digno de permanecer en secreto. Amé en noche de tormenta. Fui acariciado con la calma del tiempo infinito. Juré por siempre el amor efímero. Calmé la sed y me harté de gozo. Subí hasta el Parnaso y me acosté con las nueve Musas. Jugué el arte de la seducción y me embebí de mis éxitos. Me di cuenta de que nada había aprendido y nada había que aprender. Desanduve y llegué a quedarme ciego. Recuperé la vista durante una tormenta de pedrisco. Abrí los ojos al cielo hondo y creí ver en su fondo una lámpara que ardía sin fin. Una mujer sueña que es el río Janto, el que discurre por la Tróade. Durante diez años sufre hemorragias, mas no llega a morirse, lo cual es lógico, ya que el río es inmortal. Llego hasta el cuarto de baño. Abro el grifo. No hay agua. Tengo sed. Me señalo las manos y elevo los brazos en busca de protección. Me pregunto si acabaré no sabiendo. Me arrepiento de haber sabido tanto. Desaprender, desaprender, me digo, es la única sabiduría. ¡Maldito neocórtex! bramo. Jugaré a llegar hasta mi cama que se encuentra envuelta en llamas. Me arroparé con las lenguas de fuego y dejaré que el colchón ejerza su función de parrilla (al modo de un San Sebastián cualquiera). Un hombre sueña que enciende su lámpara con la luna. Y se queda ciego. Ciertamente, prendió la llama en donde era imposible obtenerla. Aparte de que se suele afirmar que este astro carece de luz propia.. Ahora no sé que soy feliz. Ahora, por fin, no sé que todo este cúmulo de vivencias (de existencias) son la felicidad. Ahora no sé que el brazo que arde es la luminaria de mi entendimiento y que el volcán que ruge es mi garganta dormidísima. Ahora no sé que el sexo es el altar de las premoniciones y que una curva es la esencia del adiós. Ahora no sé que vislumbro la mirada en el giro ciego y que esta música que machaconamente alude al sentimiento del amor es una rapsodia húngara dedicada al Innombrable. Una mujer sueña que ve en la luna tres imágenes de sí misma. Dio a luz a tres niñas gemelas y todas murieron en el mismo mes. Las imágenes representaban, en realidad, a las recién nacidas y figuraban en el interior de un único círculo. En consecuencia, las hijas eran contenidas en una misma membrana, según afirman algunos médicos, y no vivieron más tiempo por causa de la luna. Me desprendo de la ropa. Me siento desnudo frente al espejo. Está roto mi cuerpo mientras el espejo se mantiene intacto. Mi imagen destrozada me inspira aire y lleno mis pulmones de una calma absoluta. Querré cerrar los ojos y sumiré mis labios en una verso constante (yámbico quizá). Nada aparecerá más tarde. La aurora. Un traje. Versículos de venerables tradiciones. Giomar. El caudal. La vuelta. La ira. La llama. La llama. Mi cara. La llama. La llama. Un individuo sueña que nace al mismo tiempo que el sol y que recorre el mismo curso que la luna. Se ahorca y de esta manera, el sol y la luna, al salir, lo ven mecerse en el aire.