Incunable del año 1472
¿Dónde se encuentra? ¿y esa punzadita en el estómago? Hay que aceptarlo. Aunque cueste. Poco a poco lo voy consiguiendo. ¿A la fuerza ahorcan? Yo sabía que la forma era escandalosa y que en ocasiones ser autodidacta es una losa que no se puede levantar sin eso que se llama don de gentes. Importa. Duele en el orgullo quizá. ¿Dónde está el orgullo? ¿En el paso de los años? ¿En el empeñarse? ¿En una constancia ciega? ¿Qué han sido estos once años? ¿Habrá que olvidarse de todas las formas? ¿Desconocerlo todo? ¿Abandonar sin laceraciones? ¿O seguir jugando sin esperar nada? Un juego nada más que me libró de la realidad y que yo quise incluir en mi realidad provocando así un error de dimensiones -humanamente- considerables.
Hacer el duelo entonces. Despojarse del equipaje. Mirarla como se mira un esfuerzo que quedara ahí. Una rareza. Una especie de muro. Un largo soliloquio. Con un argumento fútil. Con un desarrollo anárquico. Pensé que había intentado unir en Las Últimas -mi última novela- dos tendencias novelísticas: la del naturalismo y la de la fantasía (o la literatura memorística y la literatura puramente imaginativa). Ingredientes que surgen al amparo de la distancia. Pensé que la había peinado suficientemente. Pensé que había mantenido el pulso narrativo -vacilante- con mano firme (es decir que la vacilación del discurso tenía sentido narrativo). Pensé que había largas parrafadas hermosas que mostraban la calidad del que escribe.
¿Qué es la calidad? me pregunto ahora. ¿Sólo por comparación? me digo. Una opinión no es la opinión, bien lo sé. Demasiado tiempo, quizá. ¿A quién me entrego? ¿A quién escucho?
¡Qué joven es mi cabeza! ¡Y mi corazón cómo late! ¡Y mis ganas cómo siguen ahí avisándome de que la dignidad es lo último que debe perderse! Ni siquiera es una cuestión de bueno o de malo sino de idóneo -vacilo tanto ahora que me cuestan los acentos-. ¿Cómo sería la crítica? ¿Qué es la crítica? Tan sólo esperaba como todo artista... Quizá no lo sea y ése haya sido el espejismo. Quizá sepa ver y no sepa recrear. Quizá sigo perdido y me alienta la búsqueda. Quizá haya de buscar siempre, siempre y el premio, como el viaje, no sea encontrar, llegar, sino seguir buscando, el recorrido. Alégrate entonces. Alégrate porque en la búsqueda está la emoción. Eso sí lo sé.
Espero aún el veredicto final. La sentencia firme. No abandonaré. La escritura es algo que está pegada a mí, y yo a ella. Es muy probable que mi forma no sea la idónea. Es muy probable que me falten recursos estilísticos. Es muy probable mi torpeza en el imaginar pero aún con todo me gusta escribir. Cada día la escritura llama a la puerta de mi gana y me siento aquí frente al teclado y empiezo a organizar en mi cabeza una idea que plasmo en palabras y unas veces las pongo en el mundo y otras las guardo en un cuaderno de tapas amoratadas. Y en ocasiones tomo mi pluma y, en tinta verde, escribo un verso. Y también escribo en el aire. Y también escribo en el tiempo.
Hacer el duelo entonces. Despojarse del equipaje. Mirarla como se mira un esfuerzo que quedara ahí. Una rareza. Una especie de muro. Un largo soliloquio. Con un argumento fútil. Con un desarrollo anárquico. Pensé que había intentado unir en Las Últimas -mi última novela- dos tendencias novelísticas: la del naturalismo y la de la fantasía (o la literatura memorística y la literatura puramente imaginativa). Ingredientes que surgen al amparo de la distancia. Pensé que la había peinado suficientemente. Pensé que había mantenido el pulso narrativo -vacilante- con mano firme (es decir que la vacilación del discurso tenía sentido narrativo). Pensé que había largas parrafadas hermosas que mostraban la calidad del que escribe.
¿Qué es la calidad? me pregunto ahora. ¿Sólo por comparación? me digo. Una opinión no es la opinión, bien lo sé. Demasiado tiempo, quizá. ¿A quién me entrego? ¿A quién escucho?
¡Qué joven es mi cabeza! ¡Y mi corazón cómo late! ¡Y mis ganas cómo siguen ahí avisándome de que la dignidad es lo último que debe perderse! Ni siquiera es una cuestión de bueno o de malo sino de idóneo -vacilo tanto ahora que me cuestan los acentos-. ¿Cómo sería la crítica? ¿Qué es la crítica? Tan sólo esperaba como todo artista... Quizá no lo sea y ése haya sido el espejismo. Quizá sepa ver y no sepa recrear. Quizá sigo perdido y me alienta la búsqueda. Quizá haya de buscar siempre, siempre y el premio, como el viaje, no sea encontrar, llegar, sino seguir buscando, el recorrido. Alégrate entonces. Alégrate porque en la búsqueda está la emoción. Eso sí lo sé.
Espero aún el veredicto final. La sentencia firme. No abandonaré. La escritura es algo que está pegada a mí, y yo a ella. Es muy probable que mi forma no sea la idónea. Es muy probable que me falten recursos estilísticos. Es muy probable mi torpeza en el imaginar pero aún con todo me gusta escribir. Cada día la escritura llama a la puerta de mi gana y me siento aquí frente al teclado y empiezo a organizar en mi cabeza una idea que plasmo en palabras y unas veces las pongo en el mundo y otras las guardo en un cuaderno de tapas amoratadas. Y en ocasiones tomo mi pluma y, en tinta verde, escribo un verso. Y también escribo en el aire. Y también escribo en el tiempo.