Déjame enseñarte la figura retórica y el oro que destila el alma mortal
El niño nos ha enseñado los dientes
La bruja se ha escondido en un disfraz de dependienta
La luz es tan amarilla como blanca
y no queda suelo donde decir, ¡basta!
Luego nos quedaremos, si quieres, dormidos
y soñaremos, compartiendo, la justicia
mientras fuera, en el mundo abierto, el de los ojos que pestañean los muchachos de un barrio del extrarradio han de volver de la escuela a pie entre barro y chutas a lo largo de siete kilómetros en invierno con el frío justo a la misma hora en la que una mujer sin honra escribe unas líneas y cobra el dinero que no le corresponde porque su marido es el jeque de una organización política la cual dice dedicarse al bienestar de todos y los muchachos arrastran sus mochilas por el barro y la mujer sin honra recibe 3000 € por delinear una idea que no es ni tan siquiera original.
Déjame enseñarte el falo del onagro. Míralo qué hermoso es y cómo canta cuando acaricias su perineo y cubres su cuello con guirnaldas. La flor del mundo.
El niño nos ha enseñado los dientes
La bruja se ha escondido en un disfraz de dependienta
La luz es tan amarilla como blanca
y no queda suelo donde decir, ¡basta!
Luego nos quedaremos, si quieres, dormidos
y soñaremos, compartiendo, la justicia
mientras fuera, en el mundo abierto, el de los ojos que pestañean los muchachos de un barrio del extrarradio han de volver de la escuela a pie entre barro y chutas a lo largo de siete kilómetros en invierno con el frío justo a la misma hora en la que una mujer sin honra escribe unas líneas y cobra el dinero que no le corresponde porque su marido es el jeque de una organización política la cual dice dedicarse al bienestar de todos y los muchachos arrastran sus mochilas por el barro y la mujer sin honra recibe 3000 € por delinear una idea que no es ni tan siquiera original.
Déjame enseñarte el falo del onagro. Míralo qué hermoso es y cómo canta cuando acaricias su perineo y cubres su cuello con guirnaldas. La flor del mundo.