Shock: no viene en nuestro querido diccionario de autoridades.
Si viene en el diccionario de Manuel Seco (por ejemplo) y define así este término: Choque (conmoción grave y especialmente repentina de carácter físico o psíquico).
Shock es la clara dominación de la mente que hombres expertos ponen en las manos de quienes nos gobiernan (gobernar en el sentido de dirigir como se gobierna una nave). El famoso manual de torturas de la CIA, el manual Kubark, magnífico manual para destruir las pasiones, los anhelos y la fisicidad de las emociones.
Durante algunas conversaciones, a lo largo de muchos años, discutía esta evidencia (la de que somos manipulados, dirigidos, sometidos a experimentos en masa) y se me tachaba (como si fuera un insulto) de conspiracionista.
No como victoria, sino como evidencia, recomiendo este documental de Michel Winterbottom. Ya los años no me hacen airosamente salir insultando, cagándome en la puta madre de Milton Friedman o en personajes tan indiscutiblemente anti-democráticos como Margareth Tatcher. Ni siento el terrible desánimo al ver cómo un maestro del mal como Augusto Pinochet pasa su dedo pulgar por el carrillo de una cría de no más de cinco años.
Tenemos que ser muy conscientes para nuestra vida diaria de que la doctrina del shock tiene tres parámetros fundamentales donde aplicar su acción: en el hombre como individuo, en la sociedad como colectividad y en el alimento de un enemigo monstruoso exterior.
Franklin Delano Roosvelt, el presidente que apoyó las teorías de Keynes para salir de la Depresión del 29, recibía a todo tipo de personas para que le dieran soluciones -sindicalistas, economistas, empresarios, obreros- y a todos los que venían con ideas revolucionarias o sorprendentes, difíciles de aplicar por un gobierno así por las buenas, les decía: "Muy bien. Ahora salid ahí fuera y obligadme a hacerlo". Eran otros tiempos. Los últimos setenta años han sido devastadores para la libertad de los hombres. En aquella época en los Estados Unidos se hicieron más de 4.000 huelgas en un sólo año -creo que en 1938-, en 2011, año terrible en los Estados Unidos, se hicieron la escalofriante cifra de 21 huelgas.
No son conspiraciones, son evidencias.
Si viene en el diccionario de Manuel Seco (por ejemplo) y define así este término: Choque (conmoción grave y especialmente repentina de carácter físico o psíquico).
Shock es la clara dominación de la mente que hombres expertos ponen en las manos de quienes nos gobiernan (gobernar en el sentido de dirigir como se gobierna una nave). El famoso manual de torturas de la CIA, el manual Kubark, magnífico manual para destruir las pasiones, los anhelos y la fisicidad de las emociones.
Durante algunas conversaciones, a lo largo de muchos años, discutía esta evidencia (la de que somos manipulados, dirigidos, sometidos a experimentos en masa) y se me tachaba (como si fuera un insulto) de conspiracionista.
No como victoria, sino como evidencia, recomiendo este documental de Michel Winterbottom. Ya los años no me hacen airosamente salir insultando, cagándome en la puta madre de Milton Friedman o en personajes tan indiscutiblemente anti-democráticos como Margareth Tatcher. Ni siento el terrible desánimo al ver cómo un maestro del mal como Augusto Pinochet pasa su dedo pulgar por el carrillo de una cría de no más de cinco años.
Tenemos que ser muy conscientes para nuestra vida diaria de que la doctrina del shock tiene tres parámetros fundamentales donde aplicar su acción: en el hombre como individuo, en la sociedad como colectividad y en el alimento de un enemigo monstruoso exterior.
Franklin Delano Roosvelt, el presidente que apoyó las teorías de Keynes para salir de la Depresión del 29, recibía a todo tipo de personas para que le dieran soluciones -sindicalistas, economistas, empresarios, obreros- y a todos los que venían con ideas revolucionarias o sorprendentes, difíciles de aplicar por un gobierno así por las buenas, les decía: "Muy bien. Ahora salid ahí fuera y obligadme a hacerlo". Eran otros tiempos. Los últimos setenta años han sido devastadores para la libertad de los hombres. En aquella época en los Estados Unidos se hicieron más de 4.000 huelgas en un sólo año -creo que en 1938-, en 2011, año terrible en los Estados Unidos, se hicieron la escalofriante cifra de 21 huelgas.
No son conspiraciones, son evidencias.