Portada del disco de Marduk Fuck me Jesus
¿Se puede palpar el estado de ánimo de un pueblo a través de la pantalla de un televisor?
¿Se puede sentir la tristeza de un pueblo en la entrega de unos premios?
¿Se observa el cansancio?
¿Se tiñen de hastío los discursos?
¿O es una cuestión personal, mía, del observador?
Ayer creí sentir (o era yo. Era mi propio estado de ánimo. La presencia del lunes y la sensación de cuesta arriba. La visión de un sistema político repugnante que permite lo miserable. La falta de oportunidades en un medio rico)...
Y por otra parte la aceptación, en general, de no hacer sangre con los gobernantes, con la política (lo relativo al gobierno. Lo relativo a la ciudad y el Estado). ¿Cómo no denunciar? ¿Cómo no criticar? ¿Cómo no gritar?
Creo que tan sólo Maribel Verdú, Candela Peña, Corbacho y Javier Bardem - junto a Eva H y su guión de presentadora- hicieron comentarios abiertamente críticos con la mierda que nos estamos comiendo. Los demás acataron la petición de no convertir la Gala en un mitín. ¿Y por qué no convertir la Gala en un mitín? ¿Por qué tenemos que aguantar en la televisón día a día la manipulación de quien la controla y el día en que se podría descontrolar, la mayoría de los artistas callan?
Recuerdo, claro, la Gala de los Goya que protagonizó el grupo de teatro Animalario. Era un momento crítico -como el actual-; de nuevo un gobierno del Partido Popular gobernaba y el enviado de Dios, José María Aznar había entrado en guerra junto a los Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak. El grito contra la guerra en aquella Gala de los Goya fue casi unánime. Porque sigo considerando que el arte sigue teniendo como una de sus funciones la de criticar ferozmente al poder y porque hoy estamos en guerra y la guerra la tenemos dentro de casa, los artistas tendrían que haber denunciado, ferozmente, la situación que viven miles y miles de ciudadanos, de aquellos que son su soporte.
La situación que vive España es de guerra de trincheras, de guerra de desgaste y por lo visto ayer creo que la están ganando quienes la provocaron.
¿Se puede sentir la tristeza de un pueblo en la entrega de unos premios?
¿Se observa el cansancio?
¿Se tiñen de hastío los discursos?
¿O es una cuestión personal, mía, del observador?
Ayer creí sentir (o era yo. Era mi propio estado de ánimo. La presencia del lunes y la sensación de cuesta arriba. La visión de un sistema político repugnante que permite lo miserable. La falta de oportunidades en un medio rico)...
Y por otra parte la aceptación, en general, de no hacer sangre con los gobernantes, con la política (lo relativo al gobierno. Lo relativo a la ciudad y el Estado). ¿Cómo no denunciar? ¿Cómo no criticar? ¿Cómo no gritar?
Creo que tan sólo Maribel Verdú, Candela Peña, Corbacho y Javier Bardem - junto a Eva H y su guión de presentadora- hicieron comentarios abiertamente críticos con la mierda que nos estamos comiendo. Los demás acataron la petición de no convertir la Gala en un mitín. ¿Y por qué no convertir la Gala en un mitín? ¿Por qué tenemos que aguantar en la televisón día a día la manipulación de quien la controla y el día en que se podría descontrolar, la mayoría de los artistas callan?
Recuerdo, claro, la Gala de los Goya que protagonizó el grupo de teatro Animalario. Era un momento crítico -como el actual-; de nuevo un gobierno del Partido Popular gobernaba y el enviado de Dios, José María Aznar había entrado en guerra junto a los Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak. El grito contra la guerra en aquella Gala de los Goya fue casi unánime. Porque sigo considerando que el arte sigue teniendo como una de sus funciones la de criticar ferozmente al poder y porque hoy estamos en guerra y la guerra la tenemos dentro de casa, los artistas tendrían que haber denunciado, ferozmente, la situación que viven miles y miles de ciudadanos, de aquellos que son su soporte.
La situación que vive España es de guerra de trincheras, de guerra de desgaste y por lo visto ayer creo que la están ganando quienes la provocaron.