Retrato de Elena
Elena Martín Calvo -autora del libro Qué Hay de Bueno, editado por Granica, libro hermoso de leer y hermoso para pensar- lleva años buscando un espacio en los medios de comunicación donde incluir una sección titulada, genéricamente, Buenas Noticias. En su blog se quejaba hace un par de días de que buscando en las agencias de noticias y en los diarios apenas si encontraba buenas noticias y criticaba el hecho de que cómo era posible que la vuelta de millones y millones de personas a su casa tras un día de trabajo sanos y salvos no fuera nunca motivo de noticia.
La máxima "Las buenas noticias no son noticia" que parece debe de estar colgado en la pared de todo periodista, ¿de dónde viene?, ¿cuándo surgió? Porque antiguamente las buenas nuevas -nuevas en el sentido de noticias- eran siempre recibidas con interés y más porque eran buenas. ¡Buenas nuevas os traigo! y se respondía, ¡Alabado sea Dios! (o fórmula parecida)
Quizá una respuesta nos la pueda dar (o al menos así me lo ha parecido a mí) todo el desarrollo que sobre la idea de Historia en Polibio y en Hegel, principalmente, nos ofrece Rafael Sánchez Ferlosio en su libro (magnífico como casi - el casi lo pongo por el prurito de pensar que nadie acierta siempre-todo lo que escribe) God & Gun editado por Destino. Transcribo la idea que aparece en el Apéndice Carácter y Destino: Una vida feliz no pregunta por el sentido, porque se siente fin en sí misma, no está en función de nada; lo que quiere decir que no tiene sentido. Y con esto concuerda, justamente, el que, tal como dice Hegel, los tiempos felices sean para la historia páginas vacías. Supuesto que para Hegel -muy en contra de Aristóteles- "historia" es aquel acontecer que está, como diría un periodista, "preñado de sentido", que es una bien trabada y consecuente sucesión argumental de designios propuestos, perseguidos, contendidos en campo de batalla y alcanzados o frustrados, mal podría caber en ella la felicidad, que, al no tener sentido, tampoco tendría una sola línea que escribir. La felicidad carece de cualquier posible contenido histórico, porque, literalmente, no tiene "nada que contar". Fin de la cita que aunque larga es clara para el tema que nos ocupa.
Puesto que los periodistas son los "historiadores del diario" y puesto que Hegel sigue inundando el sentido de la historia, no es de extrañar que las buenas noticias (la felicidad) sigan sin aparecer en los medios donde tan sólo lo agónico (en el sentido de agon: lucha) es reseñable históricamente.
He dejado para este momento el punto y seguido de la cita anterior porque creo que abre una puerta a la posibilidad de que la felicidad pueda llegar a ser noticiable, a ser por lo tanto histórica (aunque me da la impresión de que Sánchez Ferlosio, en su discurso, coloque un deje de melancolía, cuando menos, ante la posibilidad que plantea - que la felicidad pueda llegar a ser "histórica"- sobre todo por la utilización del término estigma unido al determinativo "de lo histórico" y por el verbo "apoderarse"). Escribe el autor: Salvo que hoy parece que el estigma de "lo histórico" ha penetrado e inficcionado tan profundamente el mundo de la vida, que se ha apoderado de casi todas las cosas y hechos de los hombres.
La máxima "Las buenas noticias no son noticia" que parece debe de estar colgado en la pared de todo periodista, ¿de dónde viene?, ¿cuándo surgió? Porque antiguamente las buenas nuevas -nuevas en el sentido de noticias- eran siempre recibidas con interés y más porque eran buenas. ¡Buenas nuevas os traigo! y se respondía, ¡Alabado sea Dios! (o fórmula parecida)
Quizá una respuesta nos la pueda dar (o al menos así me lo ha parecido a mí) todo el desarrollo que sobre la idea de Historia en Polibio y en Hegel, principalmente, nos ofrece Rafael Sánchez Ferlosio en su libro (magnífico como casi - el casi lo pongo por el prurito de pensar que nadie acierta siempre-todo lo que escribe) God & Gun editado por Destino. Transcribo la idea que aparece en el Apéndice Carácter y Destino: Una vida feliz no pregunta por el sentido, porque se siente fin en sí misma, no está en función de nada; lo que quiere decir que no tiene sentido. Y con esto concuerda, justamente, el que, tal como dice Hegel, los tiempos felices sean para la historia páginas vacías. Supuesto que para Hegel -muy en contra de Aristóteles- "historia" es aquel acontecer que está, como diría un periodista, "preñado de sentido", que es una bien trabada y consecuente sucesión argumental de designios propuestos, perseguidos, contendidos en campo de batalla y alcanzados o frustrados, mal podría caber en ella la felicidad, que, al no tener sentido, tampoco tendría una sola línea que escribir. La felicidad carece de cualquier posible contenido histórico, porque, literalmente, no tiene "nada que contar". Fin de la cita que aunque larga es clara para el tema que nos ocupa.
Puesto que los periodistas son los "historiadores del diario" y puesto que Hegel sigue inundando el sentido de la historia, no es de extrañar que las buenas noticias (la felicidad) sigan sin aparecer en los medios donde tan sólo lo agónico (en el sentido de agon: lucha) es reseñable históricamente.
He dejado para este momento el punto y seguido de la cita anterior porque creo que abre una puerta a la posibilidad de que la felicidad pueda llegar a ser noticiable, a ser por lo tanto histórica (aunque me da la impresión de que Sánchez Ferlosio, en su discurso, coloque un deje de melancolía, cuando menos, ante la posibilidad que plantea - que la felicidad pueda llegar a ser "histórica"- sobre todo por la utilización del término estigma unido al determinativo "de lo histórico" y por el verbo "apoderarse"). Escribe el autor: Salvo que hoy parece que el estigma de "lo histórico" ha penetrado e inficcionado tan profundamente el mundo de la vida, que se ha apoderado de casi todas las cosas y hechos de los hombres.