Al despertar no había sonado el despertador.
De nuevo el sol.
Y una espera infructuosa.
Ha transcurrido la mañana entre historias y preparaciones.
Espero la lluvia y no llega.
No me gustan los años secos. Mi signo de agua será cierto.
Como mal y rápido.
Me preparo para la clase que he de dar.
No va ser fácil. Lo sé. Y sin embargo la decisión es correcta.
Conduzco despacio. Me gusta desde hace ya tiempo ir despacio.
Llego.
El viejo edificio del Mercado Puerta de Toledo que ahora se ha quedado vacío. Es extraño caminar por un edificio comercial sin un solo comercio abierto.
Cuando voy en el ascensor pienso que se puede detener. Que apenas hay nadie.
Son tres horas de clase. Intensas. Duras. De una gran concentración.
Sé que debo mantenerme así.
Termina.
Vuelvo a mi casa.
Voy a un bar.
Recibo una llamada. La contesto. Me ofrecen un trabajo de guión. No puedo aceptarlo. Agradezco a Rosa que se haya acordado de mí.
Llego a casa.
Siento un cansancio absoluto. Sé que en la clase me he empeñado.
El cansancio mental.
Enciendo el ordenador.
Miro. Leo. Escucho.
No quiero irme muy temprano a la cama. Me da tristeza.
Se me cierran los ojos sentado en la silla.
Me gusta teclear estas teclas. Cómo suenan.
Los dedos.
Los pensamientos.
Voy urdiendo la quinta entrega de El espejo. Mañana quizá.
Mañana es martes.
Hoy no ha sido un día largo. Más bien ha ido pasando como una estación.
El tren.
La carretera.
Los conductores.
El peligro.
Las opiniones de las personas. Los problemas que se airean día tras día. Seres con anteojeras. Pienso. Luego no lo pienso.
Síntesis también. Llevar pensamientos de una disciplina a otra. Funciona.
Transmitir el entusiasmo es muy difícil. Transmitir el amor casi imposible.
Llevo mi piedra de ojo de halcón colgada del cuello. No pesa. No es pequeña.
Han pasado los años.
Los años.
Y al mismo tiempo ocurre la vida.
Leo textos de Física Cuántica. No sé cuánto entiendo. Y eso me agrada. No saber. Leo fórmula a fórmula e intuyo la sintaxis de esa formulación matemática (como si leyera quechua). Los métodos de aproximación humanos.
Ahora me tumbaré. Cogeré el libro de noche, el que me entra en el sueño. Apagaré la luz. Me iré quedando dormido. Llegará mañana.
El mundo vuelve a su orden tras el desorden navideño. Son unas fiestas tan en sus fechas que ver hoy unas luces de navidad aún encendidas se torna anacrónico.
Quiero que llueva.
Respiro.
Me duele un poco la cabeza.
Hasta mañana.
De nuevo el sol.
Y una espera infructuosa.
Ha transcurrido la mañana entre historias y preparaciones.
Espero la lluvia y no llega.
No me gustan los años secos. Mi signo de agua será cierto.
Como mal y rápido.
Me preparo para la clase que he de dar.
No va ser fácil. Lo sé. Y sin embargo la decisión es correcta.
Conduzco despacio. Me gusta desde hace ya tiempo ir despacio.
Llego.
El viejo edificio del Mercado Puerta de Toledo que ahora se ha quedado vacío. Es extraño caminar por un edificio comercial sin un solo comercio abierto.
Cuando voy en el ascensor pienso que se puede detener. Que apenas hay nadie.
Son tres horas de clase. Intensas. Duras. De una gran concentración.
Sé que debo mantenerme así.
Termina.
Vuelvo a mi casa.
Voy a un bar.
Recibo una llamada. La contesto. Me ofrecen un trabajo de guión. No puedo aceptarlo. Agradezco a Rosa que se haya acordado de mí.
Llego a casa.
Siento un cansancio absoluto. Sé que en la clase me he empeñado.
El cansancio mental.
Enciendo el ordenador.
Miro. Leo. Escucho.
No quiero irme muy temprano a la cama. Me da tristeza.
Se me cierran los ojos sentado en la silla.
Me gusta teclear estas teclas. Cómo suenan.
Los dedos.
Los pensamientos.
Voy urdiendo la quinta entrega de El espejo. Mañana quizá.
Mañana es martes.
Hoy no ha sido un día largo. Más bien ha ido pasando como una estación.
El tren.
La carretera.
Los conductores.
El peligro.
Las opiniones de las personas. Los problemas que se airean día tras día. Seres con anteojeras. Pienso. Luego no lo pienso.
Síntesis también. Llevar pensamientos de una disciplina a otra. Funciona.
Transmitir el entusiasmo es muy difícil. Transmitir el amor casi imposible.
Llevo mi piedra de ojo de halcón colgada del cuello. No pesa. No es pequeña.
Han pasado los años.
Los años.
Y al mismo tiempo ocurre la vida.
Leo textos de Física Cuántica. No sé cuánto entiendo. Y eso me agrada. No saber. Leo fórmula a fórmula e intuyo la sintaxis de esa formulación matemática (como si leyera quechua). Los métodos de aproximación humanos.
Ahora me tumbaré. Cogeré el libro de noche, el que me entra en el sueño. Apagaré la luz. Me iré quedando dormido. Llegará mañana.
El mundo vuelve a su orden tras el desorden navideño. Son unas fiestas tan en sus fechas que ver hoy unas luces de navidad aún encendidas se torna anacrónico.
Quiero que llueva.
Respiro.
Me duele un poco la cabeza.
Hasta mañana.