¿Vendrá la luz y dirá? Entre la oscuridad, pregunta.
O será en la mañana o mientras conduce por una carretera de montaña que se inicia en un hoyo y luego se eleva.
No tendrá razón (principios de razón) e intuirá que la historia de víctimas históricas que ahora se cuenta de las mujeres, no es cierta (la historia nunca es cierta). Porque la especie siempre es injusta con sus individuos (y si los individuos tienen nombres más aún).
Es cierto: a través del cristal esmerilado ve a la mujer ducharse. Y su silueta y sus movimientos y su cabello mojado le resultan belleza opaca.
No se atreve a girar un poco más rápido.
Piensa: ¿esta crítica a la victimización de la mujer es rencor o es intuición de idea?
También piensa: esta idea que se aposenta lentamente, dulcemente se diría, ¿es claridad? Y piensa: ¿No es más cierto que la relación entre las mujeres y los hombres ha sido -y es- equilibrada? Que no se puede coger como ejemplo la conducta animal de unos machos para hacerla extensiva a todos los hombres. Y también: que la literatura enseña más de las relaciones entre mujeres y hombres que la historia. No entre la sociedad y las mujeres. No.
Al principio miraba la ducha de la mujer tras el cristal esmerilado con cuidado, escondiéndose él, más como espía que como observador. Entonces, un día, pensó: Ella podría bajar la persiana. Ella debe saber que cuando la luz incide sobre un cristal esmerilado permite la visión aunque borrosa de dentro. Y miró de frente, sin visillos de por medio. Miró fumando un cigarrillo. Lo más cerca posible del cristal esmerilado. Y pensaba: Si un día me dijera, ¿Usted me mira mientras me ducho? ¿No le da vergüenza?, respondería, No siento vergüenza ninguna. ¿Cómo me va a avergonzar disfrutar de la belleza?