Escucha

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/12/2010 a las 23:55

Escucha, querido, el son de tus emociones; hay una música y en esa música, aunque escondida, hay una melodía. Cálmate, sosiega el torrente de pensamientos que azotan tu cabeza y acepta, sinceramente, las muchas equivocaciones que como buen humano cometes; escucha, querido, el latir de tus pesares y acaricia y abraza y disfruta el latir de tus alegrías que son tantas si las buscas, como los desdenes y los fracasos; escucha una y otra vez; escucha sin sonrojarte; escucha amablemente como si fuera otro el que te cuenta, como si fuera otro el que te canta; y al escucharte descubrirás que hay aires nuevos y frescos y que ser joven en la madurez, ser potente en la madurez, es tan sólo cuestión de parar y escucharte porque escucharte es haber aprendido y no sonrojarte es haber asumido la fragilidad de ser humano. El alma grande es aquélla que alguna vez se quiebra entera y hecha pedazos se recompone a sí misma pieza a pieza. El pegamento del alma despedazada es la voz interior que recompone a base de verdades y presencias lo que aparentemente no tenía arreglo. Así lo han descubierto los físicos cuánticos al advertir que no hay imposibilidad absoluta en que un vaso estrellado contra el suelo no vuelva a estar al minuto siguiente en la encimera, en perfecto estado, sin una sola grieta.
Escúchate. Duélete si es lo que toca. Admira tu soledad como el bálsamo es admirado por quien siente sus efectos aunque al principio escueza o duela o aparentemente no haga nada. Dolerse es abismarse para surgir de nuevo, no como el que está a punto de ahogarse sino como el que descubre que en la sima aún respira y que puede subir despacio porque aún queda aire y la presión del fondo no acabará con sus pulmones.
Déjate llevar por tus verdades y descubrirás que al igual que no existe la equivocación tampoco existe el acierto, que todo es un fluir de movimientos lentos, que hay que practicar mucho para ejercer con dignidad el oficio de vivir.
Y así llegarás, querido amigo, al momento en que no tengas nada que perdonarte quizá tan sólo la falta de la inexperiencia, que es la falta más usual entre los hombres y que por supuesto no llega a delito.
Escúchate, amigo íntimo ¿ves que va surgiendo la melodía? Seguro que es aquélla que Platón quiso descubrir al escuchar el silencio del universo y ser consciente de que tal silencio era imposible.


Ensayo | Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 08/12/2010 a las 23:55 | {0}