Es salir cuando aún no se acierta a saber si la tormenta por fin se aleja

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/06/2021 a las 17:52

Avant les courses, Deauville ou au Paddock. Acuarela de Raoul Dufy. 1935

     Decían, En aquellos tiempos cuando los seres humanos éramos ciegos y Prometeo aún no se había compadecido de nosotros... los que decían estas cosas se extendían mucho como han de hacer los buenos rapsodas, los cuales crearon un Collegium en el que los más viejos enseñaban a los más jóvenes las mejores técnicas para memorizar y alimentar el relato. (De esto hace mucho. No sé por qué lo recuerdo). 

     El oficio. Cuando camine pensaré en él. Hoy he vuelto a meditar. Sobre la mente gravita una fuerza nuclear débil. Todo recuerdo guarda en mí un alto grado de fragilidad. Si los dejo ir se quiebran unos en otros cada poco. Apenas he entrevisto una situación próxima (algo relacionado con una roca) cuando ya mi mente anticipa el tiempo y busca en el futuro una situación que nunca se dará. A lo lejos escucho un trueno y caen, dilatadas en el tiempo, gotas de lluvia.

     Contra el vicio de pedir, la magnanimidad de conceder.
     
Varios días más tarde
     No hay lugar más interesante que la frontera. La frontera en el tiempo tiene una delimitación tan clara como la frontera física. Yo veo cómo me acerco a esa frontera temporal. Siento el nerviosismo propio del que está a punto de atravesar un tiempo en el que son más las cosas que no le pertenecen que las que le pertenecen como ocurre cuando atraviesas una frontera espacial y de inmediato asumes un nuevo papel, el de extranjero, y desde la lengua hasta ciertas costumbres cambian de inmediato siendo uno el que ha de asimilarlas cuanto antes y para ello, muchas veces, has de renunciar a lo que era tuyo -tu lengua, tus costumbres-.
Lo mismo ocurre en las fronteras temporales: nada más atravesarlas has de aprender de nuevo porque son muchas las cosas que desconoces: la lengua de ese nuevo tiempo, los modos de ese nuevo tiempo, el status que te corresponde en ese nuevo tiempo. Me acerco a una nueva frontera temporal. Aún no la avisto. La husmeo.

     ...es sentirse, en relación con los otros, más en el purgatorio que en el infierno (al cielo apenas se accede).

     Sí, vendrán los cielos cubiertos. Las nieves perpetuas a lo lejos. Soñará con olores nuevos y dejará que la vejez del animal sea tranquila. Le esperan largos paseos. Le esperan bosques nuevos. Quizás algún día descubra un rincón al que acudir cada tarde y sienta una noche, al respirar hondo, que el laberinto se inclina hacia la recta. Algo así espera. No va más allá en sus deseos como si al fin hubiera descubierto que por ser inmenso el mundo es muy pequeño porque te permite transitar por muy pocas de sus infinitas variables. Así espera un espacio adecuado para el árbol que ama la sombra y que sol y luna pasen ante su ventana tras tantos años de ausencia, tras tanto estirar el cuello inútilmente, tras cientos de millones de segundos de horizonte vertical, tras tanto encierro.
 
Ensayo poético | Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 14/06/2021 a las 17:52 | {0}