Sobre la ruina de un hombre he ideado una novela.
A veces me pregunto qué me lleva a elegir un tema u otro y entonces sé que voy por mal camino.
Sé que lo que debe ser desconocido (no digo ignorado), lo que ocurre en el encuentro entre dos fallas del alma humana, son la condición y el lugar donde duermen las fantasías. El movimiento telúrico -si se me permite comparar al ser humano con la Tierra- promueve el corrimiento o el choque de las fallas y eso que era desconocido asoma como una gran ola e invade la parte razonable del hombre. Entonces sí se puede poner a crear.
Iba ensoñado, imaginaba un porvenir venturoso y he dado con mis huesos en el suelo. Entonces he pensado, No es momento de imaginar, es momento de realizar. El dolor en mi mano izquierda me lo recordará unos cuantos días.
Y cuando me viene el personaje y cuando descubro el tema, me viene la curiosa relación entre la vida y el arte y ese mal menor de todo artista que es el estilo. Porque quizá yo pueda, formalmente, alterar mi estilo pero no así los temas que elijo. En mí, el estilo son los temas. Y ya quisiera yo mandar a paseo mi estilo. Porque siempre he creído que el estilo es una tara del artista, es la incapacidad de alejarse de sí, como persona consciente, para llegar hasta otros mundos. De ahí mi admiración por Stanley Kubrick, un director sin estilo, un director sin género y por lo mismo un director con todos los estilos y maestro en todos los géneros (los cuales si no me equivoco tocó no más de dos veces y eso porque dirigió Senderos de Gloria y La Chaqueta Metálica). Quizás ése sería una camino para acabar de una vez por todas con el estilo: elegir para cada obra un género.
Lo curioso es que tras haber tardado once años en escribir mi última novela, yo pensaba que iba a tardar mucho tiempo en idear otra, en querer escribir otra. Pero desde el mismo momento en que puse la palabra fin a Las Últimas, por mi mente ya bullía el deseo de encontrar otra historia, otros personajes, otros conflictos.
Y anteayer llegó, de la mano de la muerte de Ernesto Sabato.
Espero que mi nueva novela le rinda justo homenaje.
A veces me pregunto qué me lleva a elegir un tema u otro y entonces sé que voy por mal camino.
Sé que lo que debe ser desconocido (no digo ignorado), lo que ocurre en el encuentro entre dos fallas del alma humana, son la condición y el lugar donde duermen las fantasías. El movimiento telúrico -si se me permite comparar al ser humano con la Tierra- promueve el corrimiento o el choque de las fallas y eso que era desconocido asoma como una gran ola e invade la parte razonable del hombre. Entonces sí se puede poner a crear.
Iba ensoñado, imaginaba un porvenir venturoso y he dado con mis huesos en el suelo. Entonces he pensado, No es momento de imaginar, es momento de realizar. El dolor en mi mano izquierda me lo recordará unos cuantos días.
Y cuando me viene el personaje y cuando descubro el tema, me viene la curiosa relación entre la vida y el arte y ese mal menor de todo artista que es el estilo. Porque quizá yo pueda, formalmente, alterar mi estilo pero no así los temas que elijo. En mí, el estilo son los temas. Y ya quisiera yo mandar a paseo mi estilo. Porque siempre he creído que el estilo es una tara del artista, es la incapacidad de alejarse de sí, como persona consciente, para llegar hasta otros mundos. De ahí mi admiración por Stanley Kubrick, un director sin estilo, un director sin género y por lo mismo un director con todos los estilos y maestro en todos los géneros (los cuales si no me equivoco tocó no más de dos veces y eso porque dirigió Senderos de Gloria y La Chaqueta Metálica). Quizás ése sería una camino para acabar de una vez por todas con el estilo: elegir para cada obra un género.
Lo curioso es que tras haber tardado once años en escribir mi última novela, yo pensaba que iba a tardar mucho tiempo en idear otra, en querer escribir otra. Pero desde el mismo momento en que puse la palabra fin a Las Últimas, por mi mente ya bullía el deseo de encontrar otra historia, otros personajes, otros conflictos.
Y anteayer llegó, de la mano de la muerte de Ernesto Sabato.
Espero que mi nueva novela le rinda justo homenaje.