Soldado Herido de Otto Dix
En Universos Paralelos de Michio Kaku, editado en Atalanta, el autor explica una categorización de las civilizaciones ideada por el físico ruso Nikolai Kardashev, en la década de los sesenta, en base al modo de empleo de la energía. Para no abundar mucho en la explicación tan sólo diré que Kardashev estableció tres tipos de civilización (La I, II y III) siendo la más desarrollada la III y la menos la I. Luego Carl Sagan hizo una gradación más detallada y estableció subtipos. A resultas de esta nueva categorización nuestra civilización correspondería al tipo 0,7 (un tipo de civilización 0,7 todavía es mil veces más pequeña que la de tipo I pag. 350).
Lo primitivo en la utilización y aprovechamiento de la energía por parte de nuestra civilización (por poner una comparación: una civilización de tipo III puede controlar la energía de galaxias enteras incluso su materia oscura), se compara en algún momento del discurso con nuestro primitivismo en cuanto a las relaciones, con lo bárbaros que somos todavía, con esa forma tan humana de llegar a una solución que consiste en crear previamente el problema. Sirva como ejemplo la Segunda Guerra Mundial que parece dar como resultado el siguiente pensamiento: O nos unimos o nos matamos y entonces se crea la Unión Europea. Leo estos días el libro Nuremberg de James Owen editado por Crítica y al mismo tiempo leo el magnífico, Los Girasoles Ciegos de Alberto Méndez editado por Anagrama. Leo, miro, escucho y palpo un mundo violento y al acecho y cuando tranquilamente paso las páginas de La Destrucción de los Judíos Europeos de Raul Hilberg y sé que esta frialdad de archivero, que esta manipulación de las vidas se realizó hace tan sólo 68 años y que hoy y que hoy... me pregunto qué siglo XX de progreso de la humanidad hemos vivido, ¿qué significa el progreso? Y espero (y por lo tanto tengo esperanza) en que antes de morir pueda atisbar ese acercamiento a ser una civilización de tipo III que ha destruido el cuerpo para aligerar su dependencia de la energía, que piensa mucho más despacio, tan despacio como si pensar, Voy a saltar a otro universo le llevara dos billones de años de los nuestros. Porque el siglo XX me resulta de una constancia atroz en valorar lo peor del ser humano.
Lo primitivo en la utilización y aprovechamiento de la energía por parte de nuestra civilización (por poner una comparación: una civilización de tipo III puede controlar la energía de galaxias enteras incluso su materia oscura), se compara en algún momento del discurso con nuestro primitivismo en cuanto a las relaciones, con lo bárbaros que somos todavía, con esa forma tan humana de llegar a una solución que consiste en crear previamente el problema. Sirva como ejemplo la Segunda Guerra Mundial que parece dar como resultado el siguiente pensamiento: O nos unimos o nos matamos y entonces se crea la Unión Europea. Leo estos días el libro Nuremberg de James Owen editado por Crítica y al mismo tiempo leo el magnífico, Los Girasoles Ciegos de Alberto Méndez editado por Anagrama. Leo, miro, escucho y palpo un mundo violento y al acecho y cuando tranquilamente paso las páginas de La Destrucción de los Judíos Europeos de Raul Hilberg y sé que esta frialdad de archivero, que esta manipulación de las vidas se realizó hace tan sólo 68 años y que hoy y que hoy... me pregunto qué siglo XX de progreso de la humanidad hemos vivido, ¿qué significa el progreso? Y espero (y por lo tanto tengo esperanza) en que antes de morir pueda atisbar ese acercamiento a ser una civilización de tipo III que ha destruido el cuerpo para aligerar su dependencia de la energía, que piensa mucho más despacio, tan despacio como si pensar, Voy a saltar a otro universo le llevara dos billones de años de los nuestros. Porque el siglo XX me resulta de una constancia atroz en valorar lo peor del ser humano.