Gran Colisionador de Hadrones
... siempre ha existido un aire de misterio alrededor del nacimiento del teatro isabelino y jacobita. Shakespeare y sus contemporáneos parecen haber salido de ninguna parte, al construir, de repente, como de la nada, un brillante conjunto de obras llenas de imágenes incomparables ¿No habrían estado hirviendo lentamente y en secreto, en lo más hondo de la imaginación colectiva, e incubándose, bajo presión, en retortas privadas, antes de salir a la escena pública perfectamente acabadas?
Supongo que los artistas entienden mejor la alquimia, la larga lucha contra materiales indómitos, la fusión de sujeto y objeto en el fuego de la imaginación, el reflejo sincrónico de los mundos interior y exterior. Todos somos conocedores de la desesperación plomiza, de los cambios de humor caprichosos y mercuriales, de la rabia sulfúrica, de fijaciones bloqueadas y evanescencias maníacas, de la negrura de la depresión y de sueños con animales lacerantes, con blancas damas reveladoras y con el sabio niño dorado, el filius philosophorum, hijo de los filósofos, que no es sino otro sinónimo de la Piedra [Filosofal].
La psicología analítica es uno de los campos que abonó la alquimia [...] otro de ellos es la corriente principal de la ciencia empezando por la química, por supuesto, y terminando en la física de partículas.