Si suenan -piensa- no va a desdecir a las Campanas. Suenan, lejos. No es tiempo de a rebato. Son Campanas de boda -piensa-. Porque suenan alegres como si fuera el día de la resurrección del dios. Aquel buen hombre -piensa- al que le cayó el yugo de la divinidad. Porque la distancia es cuchillo demasiado largo y afilado -piensa-. Porque la distancia no es amarga para quien no sueña. La noche funesta alertó sus sentidos y la mañana con sus Campanas confirmó los fastos. Podría haber sido en un pueblo de un valle en el que el verdor de sus praderas se alimenta de las aguas de un río sin demasiada importancia. Un río justo -piensa-; podría haberle avisado no el repiqueteo sino el pájaro que al cantar hinchaba tanto sus pulmones que abarcaba con su canto el valle entero. Un canto así -piensa- no puede ser sino anuncio de buenas nuevas. ¿Y si no fue en un valle? -piensa-; ¿Y si la coloratura de las Campanas no se correspondía exactamente a su interpretación de la palabra boda? ¿O si su oído, marchito de espera, se había envenenado de ausencia? Y aún así si suenan -piensa- no va a desdecir a las Campanas.
Mañana por la tarde todo será nuevo -piensa-. Recogerá sus cosas y emprenderá el camino. El perro le acompaña porque es su destino y la tierra no está blanda porque no ha llovido. Mañana por la tarde arrasará con todo. Dejará su casa como si fuera un bohío y silbará una tonada de aire indiferente mientras la tierra cruje. Mañana por la tarde todo estará acabado, ni el mirlo siquiera podrá convencerla. Todo tendrá un aire solemne y de opereta como si ella perteneciera no a la épica española tan seca de prodigios sino a la épica francesa por ellos florecida. Mañana por la tarde dejará atrás las cuerdas de colgar la ropa y su imagen arquetípica de unas sábanas que se secan al vaivén del viento. ¿Imagen arquetípica de qué -piensa-? Mañana por la tarde el frío del otoño será un aviso. La muerte ya está cerca, ¡acércate a ella! ¡umbral es! ¡nueva experiencia!
Mañana por la tarde todo será nuevo -piensa-. Recogerá sus cosas y emprenderá el camino. El perro le acompaña porque es su destino y la tierra no está blanda porque no ha llovido. Mañana por la tarde arrasará con todo. Dejará su casa como si fuera un bohío y silbará una tonada de aire indiferente mientras la tierra cruje. Mañana por la tarde todo estará acabado, ni el mirlo siquiera podrá convencerla. Todo tendrá un aire solemne y de opereta como si ella perteneciera no a la épica española tan seca de prodigios sino a la épica francesa por ellos florecida. Mañana por la tarde dejará atrás las cuerdas de colgar la ropa y su imagen arquetípica de unas sábanas que se secan al vaivén del viento. ¿Imagen arquetípica de qué -piensa-? Mañana por la tarde el frío del otoño será un aviso. La muerte ya está cerca, ¡acércate a ella! ¡umbral es! ¡nueva experiencia!