¿Dónde están los hipopótamos?
¿Dónde se advierte un vuelo?
Un violín alienta la ira
y el aire se tornasola,
cansado del pizzicato,
en una nota llana.
¿Hay alguien? Una voz.
La calma, la tarde, el roce
y la luna llena
sobre una mar plácida.
¿Dónde está esa carrera?
¿Dónde el despiste y la sonrisa?
Surcan las naves los mares.
Hozan los jabalíes.
Salta el gato.
Silba un pájaro cantor.
¿Dónde se esconde la mano?
¿Dónde ha huido la seguridad de antaño?
Una suerte de abrigo,
un resplandor último,
la confianza del fin.
Quisiera elevarte de esa derrota.
Quisiera enseñarte una broma.
Mi amiga, mi madre, mi salvadora,
la que me empujó a vivir
estos días de más.
¿Dónde vendrá?
¿Por dónde aparecerá?
El hipopótamo, el liquen,
la dendrita del ciempiés,
el edificio, el olor de tus cosas,
tu oscuridad cuando duermes,
el zumbido de lo lejano,
la luz, la de siempre, la tuya.
Todos están.
Estamos todos.
Llega el tiempo. El nuevo.
Quisiera decirle al hipopótamo,
al liquen, a la dendrita del ciempiés,
al edificio y al olor de tus cosas
tu nombre.
Hoy es la noche.
Es junio. Sin calor.
Duerme querida amiga.
Llegue el sosiego a ti,
te quedes calmada,
entres en el sueño
como una princesita pálida,
vagues por el prado,
la vida es aún muy larga,
tu cabello negro se deja llevar ensortijado,
unas nubes, tempestuosas,
descargan lejos...
Ríe, viejecilla, ríe.
¿Dónde el vuelo?
¿Dónde la mano con paño?