La voz de la razón del corazón, ¡Sigue, no desfallezcas! ¡Sigue, no te pierdas los amaneceres que tu lucha contra la enfermedad te ha concedido! ¡Sigue! ¡Ve crecer! Es cierto. Te digo es cierto. El páramo es cierto. Esas brumas. También esas brumas. Inclínate sobre la hoja. Apoya la frente en la mano. Puedes encender la luz y a tus espaldas el sol recorre su camino. Tan lejos, sí, tan lejos. Sabes que si se acercara un poco te quemaría. No lo mires ahora. Haz caso a la voz de la razón del corazón. Porque tienes toda la eternidad por delante, disfruta este tiempo/tránsito. No te dejes. No surja en ti esa amargura. Has abierto los ojos. Tus manos no están rotas y hay una respiración que junto a ti atraviesa las horas. ¡Sigue, no desfallezcas! ¡Recuerda tu mente en la noche! ¡Recuerda tu mente en la noche!