Kintsugi arte de reparación de cerámica con oro y laca
Estaba cansado y no ha podido levantarse a la hora que, valientemente, había puesto en el despertador (el despertador que suena y ejecuta una misma danza todos los días. También cuando él se va y se le olvida desconectar la alarma debe el despertador ejecutar esa misma danza el tiempo justo. El tiempo justo, imagina cuando ya está lejos y resulta imposible desconectar, que debe de joder a los vecinos los cuales se aman algunas noches y ella emite largas y cadenciosas risas mientras él se mantiene en un silencio digno de santidad) y ha sentido las distancias. Sabe que nada va a poder con él (se dice, de hecho, cuando ingiere el primer café de la mañana: nada va a poder conmigo). Aunque la noche ha sido calurosa, ha podido dormir y ha podido soñar.
Durante el paseo de la mañana ha sentido la mirada de su amante clavada en su cuello y luego, en susurro, ha recordado una frase: Voy a ser mala. Entonces ha espantado el recuerdo agitando su mano en un aire limpio de verano. Ha caminado y la brisa y el canto de la chicharra (piensa: por fin escribo chicharra este verano) le alertan de que el día que empieza será también caluroso.
Con ánimo ha vuelto a su casa donde falta...
¿Será capaz de atravesar agosto de nuevo solo con la alegría de los días que pasaron? ¿Será un señor mayor que sabe tomar decisiones y llevarlas hasta el final? ¿Dejará de sentir durante treinta días y se dedicará en cuerpo y mente a las labores propias de su sexo? ¿Se levantará por las mañanas y respirará hondo mientras por el mundo, desperdigados, los seres que quiere se bañan en las playas, entran en cuevas, suben montañas, atraviesan parajes hermosos, conocen a otros? Se dice que sí mientras su garganta le recuerda que aún le queda un café en la cafetera y que la mañana avanza y que debe de ponerse ya a su primera tarea en este día primero del resto de su vida.
Durante el paseo de la mañana ha sentido la mirada de su amante clavada en su cuello y luego, en susurro, ha recordado una frase: Voy a ser mala. Entonces ha espantado el recuerdo agitando su mano en un aire limpio de verano. Ha caminado y la brisa y el canto de la chicharra (piensa: por fin escribo chicharra este verano) le alertan de que el día que empieza será también caluroso.
Con ánimo ha vuelto a su casa donde falta...
¿Será capaz de atravesar agosto de nuevo solo con la alegría de los días que pasaron? ¿Será un señor mayor que sabe tomar decisiones y llevarlas hasta el final? ¿Dejará de sentir durante treinta días y se dedicará en cuerpo y mente a las labores propias de su sexo? ¿Se levantará por las mañanas y respirará hondo mientras por el mundo, desperdigados, los seres que quiere se bañan en las playas, entran en cuevas, suben montañas, atraviesan parajes hermosos, conocen a otros? Se dice que sí mientras su garganta le recuerda que aún le queda un café en la cafetera y que la mañana avanza y que debe de ponerse ya a su primera tarea en este día primero del resto de su vida.