Desenfrenado

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/10/2015 a las 22:06

Entonces, ese día (ni el latido, ni aunque se lo hubieran puesto en bandeja y hubiera decidido escribir -como lo hizo Matute- cuando se van a servir los emparedados se colocan en una bandeja o plato con servilleta, dejaría que la verdad, la sensación de estar equivocado... como si un almotacén hubiera decidido su valor, Tanto valen sus ojos. Tanto valen sus ideas, Tanto valen sus razones y su impiedad pesa más que el guijarro que se deja pulir en el lecho del arroyo) hubo la solemnidad de la lluvia y todo lo que le rodeaba se quedó quieto como si el giro de la Tierra con la lentitud de la Tortuga Cósmica se hubiera ido frenando a lo largo de miles de años y hubiera llegado por fin el instante de la absoluta inmovilidad.
Ese día fue, desengañado.
Ese día iba a pasar la sangre una vez más aunque en algún meandro de alguna arteria (probablemente una cercana al cuello, una que uniera pulmón y cerebro) sintiera el desencanto tras el olor de la higuera (y podría recordar lo escrito, en esta ocasión por Navarro, Sus ojos no acusaban ni ira ni desencanto). Escarcha era el tacto y una gran humedad, una gran humedad en todo que marcaba el tempo de la vida como tras lo agudo lo marca el bajo en los cuartetos de jazz; escarcha y humedad y lo viscoso que asomaba como la cara en el culo del diablo que tanto atrae la natural fantasía de los hombres; viscosidad en la última flexión de una voz que había escuchado a unos quinientos metros justo donde -tituló una vez Torrente Ballester- da la vuelta el aire para no volver. Y allí, en ese extremo de su ser, se sintió desencarnado y le vino al recuerdo la voz de su padre esgrimiendo como argumento la catadura moral de un sinvergüenza y sonaron en los recuerdos sonoros de su existencia un entrechocar de vasos en la barra de un bar y la risa alegre de un señor que acababa de hacer un chiste afortunado y apreció en su cuello un mordisco de una mujer apasionada que le dejó una marca como si él fuera, por fin, res de su ganadería.
Entonces, ese día aporreó las teclas de un piano y dejó que la risa se fuera al pairo y arguyó excelentes razones para sus lágrimas y se desquitó de tantos años de vergüenza y vomitó unos cuantos alardes y descansó a hora intempestiva sin saber que todo aquello, todo aquel desenfreno tenía su base en un cabás y en un cabello porque ni ese día fue capaz de someterse, rendirse para siempre, acuñar algún principio que fuera deseable y quedar así dormido como hacen los niños cuando aprenden lo que debían del cuento repetido. El exaltamiento tuvo algo de vergonzoso (quizá porque todo exaltamiento lo es e iba a someter a crítica la sociedad en la que vivía cuando un freno le impuso el silencio suave, ése que se lleva a cabo para no arriesgarse) porque consistió en atreverse al entorno y dejar que las garras, los retorcimientos, los insultos, las miradas cruzadas, la bondad a raudales, la saña, la esperanza, la llaga, la llama, la vanidad, la ironía, la gracia, la espuma, el sortilegio, la comida, la esponja, la llave, el cuaderno, la pared, el libro, la letra, la lámpara, la mano, la angina, el compás, la astucia, la medicina, la ortopedia, las capas pluviales, la atmósfera, la siega, el oleaje, el firmamento, el estado de la luna, el giro de la libélula, la mostaza, la batería, la ausencia, el colchón, la idiosincrasia, el fascismo, la alternativa, el tragaluz, la aspirina, el arce, la gana, la rabia, la madre, la muerte, el alma, la ensoñación, la agrimensura, el escolar, la bata, el altillo, la mojama, la almadraba, el aceite, el colon, la menstruación, el toro, el muérdago, la escolástica, el simposio, el ensayo, la filosofía, la máquina, el telar, el vapor, las albondiguillas, enero, la hora y el autobús se hicieran cargo de él para lo que tuvieran a bien disponer.
Entonces, ese día tuvo miedo por si alguna vez...
Entonces, ese día entorpeció los abusos y se volvió austero.
Entonces, ese día, al anochecer, se rindió por penúltima vez y pensó al socaire de su mente cosas deshilvadas como De tono elevado o formal o Mueve los fuelles del órgano o Bordado que llevan en las mangas como distintivo los militares o algunos altos funcionarios o Hacer torpe o Medio ambiente o Deslumbramiento o Acción que implica exceso o Desmadejada o Bastante líquidas o Sobre la cola de la válvula o El padre murió en la cárcel o Cometer un error o Que hace bien o Roma no paga traidores o En buena armonía o A costa de emplear sus privilegios y dineros o Raro o Con elegancia u Honrada o Aunque o Introduce una pregunta acerca de las consecuencias o Tiene buen humor o Algo de juego o Ramírez o Aletargamiento... esas cosas pensaba al socaire de su mente.
Entonces, ese día, comprendió que aleteaba y que al acto de hacer no podía añadirle juicio alguno.
Narrativa | Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 18/10/2015 a las 22:06 | {0}