La niña cogió su cubo y su pala y se acercó a la orilla. Con cuidado se sentó y vio llegar la primera ola hasta diluirse en sus pies. La ola trajo una valva con el nácar bruñido. La tomó en la mano y la dejó con cuidado en el cubo.
La niña estuvo un tiempo cogiendo conchas y mirando, muy seria, la llegada de las olas. Las veía llegar y fruncía el ceño. Una vez se levantó, se metió con extraordinaria cautela tres pasos en el mar, salió de nuevo y se volvió a sentar. Entonces se rascó la frente y sonrió. Se levantó deprisa. Dejó el cubo y la pala en la orilla. Corrió hacia su padre y le dijo con el orgullo del primer descubrimiento:
- El mar se mueve porque hay gente dentro.
La niña estuvo un tiempo cogiendo conchas y mirando, muy seria, la llegada de las olas. Las veía llegar y fruncía el ceño. Una vez se levantó, se metió con extraordinaria cautela tres pasos en el mar, salió de nuevo y se volvió a sentar. Entonces se rascó la frente y sonrió. Se levantó deprisa. Dejó el cubo y la pala en la orilla. Corrió hacia su padre y le dijo con el orgullo del primer descubrimiento:
- El mar se mueve porque hay gente dentro.