Porque no existo me visto cada mañana y salgo a la calle (haga sol o llueva o granice o nieve ¿hay más?). Porque no existo me desangro por tanta barbarie por mi parte, por tanto desamor construido a base de inexistencias. Porque no existo ideo una elegía que empieza: Yo que he sido el peor de tus hijos, no puedo llegar a imaginar cuánto deben de estar sufriendo tus hijos buenos, los que supieron quererte. Porque yo que soy el peor de tus hijos, tengo el corazón destrozado. Porque no existo miro dormir a mi hija y siento el peso de la responsabilidad, la inconsciencia de mis actos, el puro desorden en el que me muevo y el futuro de sus ojos oscuros quisiera que tuviera una mirada de comprensión cuando me recuerde tomada de la mano de su amante, yo ya en la más pura no-existencia siendo la nada que siempre fui, vacío de ideas, de promesas, de certezas. Porque no existo estoy acongojado y luchan en mí la sentencia que sé construir contra la realidad que se apoya en todos los tiempos pretéritos. Porque no existo te pido perdón. Porque no existo vislumbro en el agua que surco una metáfora leve como la mar dormida, austera como la cometa sin viento y quisiera de la metáfora y lo vislumbrado un abrazo en esta no-existencia, sólo voluntad de ser, voluntad que tomó este cuerpo tan humano para expresar su inequívoco deseo de vivir. Porque no existo escribo. Porque no existo cada beso es la saliva de perro que cura una herida. Porque no existo me siento en el brocal del pozo y adquiero la monotonía del péndulo y quisiera haber sido yo el constructor del distanciómetro para saber, cuando menos, medir las distancias y ponerlas sobre un papel. Porque no existo hubiera querido existir y haber podido argumentar en la asamblea de los hombres reunida en el ágora de la ciudad de Atenas: Soy el que soy.
Studio di testa per gli ultimi momenti de Giuseppe Mazzini (1872)