Desgarrado por un desamor que no le corresponde, sometido a un ensueño constante que bordea la pesadilla, se sugiere remedios que le llevan desde el vuelo hasta la profundidad del océano.
Decide en el camino de la mañana cuál es el nombre del color que lucen las hojas de un roble que se resiste a quedarse del todo desnudo. Piensa si es más marrón o más naranja y qué marrón entonces y qué naranja. Esa es la mañana. Esas son las decisiones de la mañana mientras en las tripas el desgarro se va haciendo grande y la música suele resultar extraña y busca, en soledades muy calladas, la explicación a ese desamor que no le corresponde.
Será también la lluvia. Los cielos cubiertos desde hace semanas. Será el otoño y su delicada dulzura que en ocasiones se ve alterada por la llegada de los vientos del norte que arrecian en la calleja de los pobres.
Será el lógico examen de conciencia. Mirarse frente a frente. Sentir que algo, sí, algo...
Diciembre. Los últimos días del otoño.
Piensa justo antes de dormir, ¡Qué faena!