Eso es lo que dijo. Luego se calló y anduvo rumiando un buen rato. A veces escuchábamos que repetía la frase y luego volvía a rumiar y vuelta a vomitar la frase y vuelta a rumiarla. Todos sabíamos que era un hombre bueno, de ésos que parecen ausentes pero en el momento en que había que dar el callo allí estaba él, el primero, sin alardes, al tajo, lo que fuera, para lo que se le necesitara. Alguno dijo que tenía un gran secreto. El que lo dijo afirmó que era un secreto familiar, una hija quizá, una madre. Cuando le preguntamos que cómo decía saber ese secreto y cómo sabía que se trataba de una mujer, el que afirmaba contestaba que porque hablaba en femenino, mejor dicho, mascullaba en femenino, él lo había oído, una noche en la taberna, ya muy tarde, estaba cerca de él y lo oyó y luego se quedó callado, con los ojos vidriosos, aguantado el llanto como le habían enseñado que debían hacer los hombres. ¡Y vaya si lo aguantaba! Nos apenó verlo muerto en lo alto del monte Gris. Alguna dijo que se fue a morir allá arriba igual que hacen los elefantes porque se sentía viejo y pronto sería un estorbo. Se había cortado las venas de los brazos a lo largo. Junto a él había una carta metida en un sobre y en el sobre había escrito unas señas. Era una mujer a quien se la enviaba. Llevaba como primer apellido uno distinto al suyo. Alguien la cogió. Seguramente la enviaría.
Cuentecillo de La noche ha vuelto a ser fría
Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/04/2023 a las 21:49Eso es lo que dijo. Luego se calló y anduvo rumiando un buen rato. A veces escuchábamos que repetía la frase y luego volvía a rumiar y vuelta a vomitar la frase y vuelta a rumiarla. Todos sabíamos que era un hombre bueno, de ésos que parecen ausentes pero en el momento en que había que dar el callo allí estaba él, el primero, sin alardes, al tajo, lo que fuera, para lo que se le necesitara. Alguno dijo que tenía un gran secreto. El que lo dijo afirmó que era un secreto familiar, una hija quizá, una madre. Cuando le preguntamos que cómo decía saber ese secreto y cómo sabía que se trataba de una mujer, el que afirmaba contestaba que porque hablaba en femenino, mejor dicho, mascullaba en femenino, él lo había oído, una noche en la taberna, ya muy tarde, estaba cerca de él y lo oyó y luego se quedó callado, con los ojos vidriosos, aguantado el llanto como le habían enseñado que debían hacer los hombres. ¡Y vaya si lo aguantaba! Nos apenó verlo muerto en lo alto del monte Gris. Alguna dijo que se fue a morir allá arriba igual que hacen los elefantes porque se sentía viejo y pronto sería un estorbo. Se había cortado las venas de los brazos a lo largo. Junto a él había una carta metida en un sobre y en el sobre había escrito unas señas. Era una mujer a quien se la enviaba. Llevaba como primer apellido uno distinto al suyo. Alguien la cogió. Seguramente la enviaría.
Cuento Tags :
Cuentecillos
| Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/04/2023 a las 21:49 |
{0}