Cuaderno, pluma y mesa de poliuretano en gris. Fotografía de Olmo Z. de la serie Textos. 2015
He oído la música de tus cabellos en la almohada
con los ojos abiertos la he oído
y he dejado que el ala del sombrero en primavera
cubriera para siempre mi albedrío
He sentido la cadencia del cosmos
el aleteo febril del pato en su despegue
la grácil figura del camaleón en la rama
y la usura desdichada de la mona en celo
He perseguido la melodía de una canción de Leonard Cohen
en tus caderas mientras gemías frente a mí y en la penumbra
y he saboreado tu saliva en mi lengua
como si fuera la forma consagrada y líquida de un dios
La noche nunca nos fue propicia
siempre nos rehuyó
es cierto que a veces la perseguimos
como lo es también que al final huyó
Yo he visto en tus manos La Primavera
de Botticelli y Botticelli vio en mí tus manos
Yo he visto en tu vientre El Paraíso
del Bosco y el Bosco vio en mí tu paraíso
Ante todo tu voz mantendré siempre
cuando bese tu boca y roce con mis dedos tus pezones
Ante todo tu voz mantendré ante el mundo
cuando yazca por fin junto a la muerte
Ya queda poco para que el sábado muera
y sé que cuando suenen las doce en la campana de la iglesia
no podré evitar rogar a quien no creo
que me conceda la gracia de que duermas sola
Porque yo vi en tu espalda la corriente sideral y los inicios
porque yo vi en tus espacios intercostales el rostro de Lilith
porque yo toqué con mi mano nefanda el monte pelado de tu cuerpo
y le susurré a tus pies como un melisma un canto fraternal de bienvenida
Ha de esperar el fin del mundo
No hiela tanto como para que el corazón se me congele
Un ángel revolotea entre las ramas desnudas del arce
y aulla un perro blanco en las alturas
con los ojos abiertos la he oído
y he dejado que el ala del sombrero en primavera
cubriera para siempre mi albedrío
He sentido la cadencia del cosmos
el aleteo febril del pato en su despegue
la grácil figura del camaleón en la rama
y la usura desdichada de la mona en celo
He perseguido la melodía de una canción de Leonard Cohen
en tus caderas mientras gemías frente a mí y en la penumbra
y he saboreado tu saliva en mi lengua
como si fuera la forma consagrada y líquida de un dios
La noche nunca nos fue propicia
siempre nos rehuyó
es cierto que a veces la perseguimos
como lo es también que al final huyó
Yo he visto en tus manos La Primavera
de Botticelli y Botticelli vio en mí tus manos
Yo he visto en tu vientre El Paraíso
del Bosco y el Bosco vio en mí tu paraíso
Ante todo tu voz mantendré siempre
cuando bese tu boca y roce con mis dedos tus pezones
Ante todo tu voz mantendré ante el mundo
cuando yazca por fin junto a la muerte
Ya queda poco para que el sábado muera
y sé que cuando suenen las doce en la campana de la iglesia
no podré evitar rogar a quien no creo
que me conceda la gracia de que duermas sola
Porque yo vi en tu espalda la corriente sideral y los inicios
porque yo vi en tus espacios intercostales el rostro de Lilith
porque yo toqué con mi mano nefanda el monte pelado de tu cuerpo
y le susurré a tus pies como un melisma un canto fraternal de bienvenida
Ha de esperar el fin del mundo
No hiela tanto como para que el corazón se me congele
Un ángel revolotea entre las ramas desnudas del arce
y aulla un perro blanco en las alturas