Sin espadas de filo afilado
ni yelmos que cubran las debilidades;
Sin petos de liviano bronce
ni grebas de plata;
Sin hacha de doble faz
ni lanza de madera noble;
Sin martillo
ni daga escondida;
Sin red en la espalda
ni tridente mortífero;
Sin caballo alazán
ni yegua nerviosa;
Sin pares
ni ejércitos,
se hacen sangre
en el campo de batalla sin paisaje;
se hieren los muslos
en el campo de batalla sin límites;
se miran los cetros
en el campo de batalla sin cielo;
se lanzan el uno contra la otra (o viceversa)
en el campo de batalla sin bosque ni costa;
con el abrazo mortal de los guerreros se atacan
en el campo de batalla sin estandartes ni fanfarrias;
se fatigan, ejecutan sus artes, se despedazan por fin
en el campo de batalla sin tierra, ni hierba, baldío;
y mueren una vez y otra, un renacimiento y otro
en el campo de batalla sin raíces ni luz.
ni yelmos que cubran las debilidades;
Sin petos de liviano bronce
ni grebas de plata;
Sin hacha de doble faz
ni lanza de madera noble;
Sin martillo
ni daga escondida;
Sin red en la espalda
ni tridente mortífero;
Sin caballo alazán
ni yegua nerviosa;
Sin pares
ni ejércitos,
se hacen sangre
en el campo de batalla sin paisaje;
se hieren los muslos
en el campo de batalla sin límites;
se miran los cetros
en el campo de batalla sin cielo;
se lanzan el uno contra la otra (o viceversa)
en el campo de batalla sin bosque ni costa;
con el abrazo mortal de los guerreros se atacan
en el campo de batalla sin estandartes ni fanfarrias;
se fatigan, ejecutan sus artes, se despedazan por fin
en el campo de batalla sin tierra, ni hierba, baldío;
y mueren una vez y otra, un renacimiento y otro
en el campo de batalla sin raíces ni luz.