La noche de la luna llena,
la estela mortuoria,
un eco de cantos de ángeles que llegan hasta los aledaños del tercer círculo del infierno,
las frases breves de los hombres sabios,
la insatisfacción y la lectura,
algo que se amargó con el tiempo,
dejar que el sueño se olvide,
la mano que no mece nada,
la santa sin milagros,
el dios envejecido por demasiada ira y demasiados aires,
el daimon juguetón del que nunca escribió nada y siempre anduvo preguntando,
la noche y su orgía,
la voz del amigo apenas alcanza para satisfacer una inspiración y aún así es tanto,
hacerse viejo y ser igual de necio,
saber morir muerto de miedo,
caminar un día más y agradecerlo,
desentendido de lo que quizá ocurra,
cocinar con gusto la ensalada fría,
animar al aire a que traiga buenas nuevas,
la sal de la vida en las salinas,
los desiertos altos en los que el frío mata,
el carácter, eso sería, el carácter, la llama si se quiere, el hálito si nos ponemos cursis, la esencia si olorosos,
ya llega agosto,
será por eso,
cuando el inicio del miedo,
una supuesta compresa en una piscina privada,
la broma en la mirada,
y llegar tan lejos como permita el día,
y beber mucho, que el medio interno se mantenga limpio
y las cloacas de nuestro estado no supuren mercurio,
deja que todo avance mientras se detiene,
la aurora, será la aurora, ese instante en que despiertas y quisieras por el bien del mundo seguir dormido,
¿Y tú? ¿Recordarás cómo empezó todo?