Yo no soy, niña, quien tú esperas
¡Calla! Déjame seguir
Porque he visto las murallas de la última fortaleza
y he sentido el arcabuzazo en mi muslo
Porque he visto a Sirio nublarse y desaparecer
justo antes del estruendo del mar
Yo no soy, niña, quien tú deseas
¡Calla! mi corazón anhela confesarte
que mis manos huelen a sal y a pez fresco
que la forma del ancla no produce poesía en mí
y al alba estoy cansado de tanto faenar
y existe en mis entrañas la tosquedad de la maroma
Yo no soy, corazón mío, quien pueda hacerte feliz
¡Calla! mi desdicha he de contarte
Fue en noviembre
surcábamos el Cabo de Buena Esperanza
perdí el timón
y se acabó mi suerte
Yo no soy, muchacha desnuda, tu vigía
¡Calla! y atiende
el pálpito cansado de mi corazón
que ruge como la amura mordida
del ballenero
que se hundió en los Mares del Sur
Y aún así, querida, daría
¡Calla! ¡Calla! Ya termino
la estela de espuma del navío
la cruz que me atrajo desde siempre
o el orbe claro visto desde la noche oscura
por una tarde junto a ti plena de monotonía