Los Embajadores pintado por Hans Holbein el Joven (1553)
(pag. 41) Es cierto que cuanto gravita en Los Embajadores podría corresponder a uno más de los cuadros simbólicos que fueron pintados entonces. Pero lo inquietante de la obra de Holbein es, sobre todo, la mancha oblicua que ocupa el centro, como echada sobre el pavimento, una forma oblonga, blanquecina y labrada con escarpaduras de sombra. Es grande, desmedida, tres veces el largo del laúd. Hay que acercarse a ella, ladearse a la izquierda, hasta el extremo inferior del lienzo [...] Pronto se repara en que estamos desvelando la anamorfosis de una calavera; es la totalidad de una muerte que lo ha aniquilado todo, como en las tétricas imágenes de Gossaert y Barthel Bruyn [...]
Holbein tal vez quiso estampar con ella su enigmática firma, una signatura tenebrosa: hohles Gebein significa "hueso hueco", Holbein.