Inventario

Revista literaria y artística escrita y dirigida por Fernando Loygorri
No hay en la tierra ni un pedazo de patchwork que no suponga en mi podre imaginación de mendigo, la bendita señal de un alumbramiento. De hecho abro mis piernas, cual parturienta, y veo a ver si expulso algo: un homúnculo, algo de sangre, una vena entera. Hoy, por el camino, he visto una culebra (una culebra en el camino, has de saber, es como una rama algo sinuosa; es fascinante ver como la naturaleza se camufla para salir viva un día más; he llegado a pensar que la Naturaleza -sea lo que sea ese concepto con mayúscula que ha de partir de una intuición [juego a que juego con Kant destilado por Umberto Eco]- se camufla a sí misma para seguir existiendo porque sino se devoraría). También me comían las moscas. Las moscas son seres dispuestos a comerse lo que sea como a mi me come el apetito que los sentimientos de patria ahoguen el cariño que me tienes. No hay en el mínimo firmamento que conozco nada que se compare a una acción bella (o buena) y añoro tanto no haber sido ni una cosa ni la otra que a veces pienso por qué se me deshidrata la piel si no divago.
¡Eh, amiga! ¿Me entiendes? ¿Estás ahí? ¿No sabes que tu cintura es para mí mucho más importante que la Historia de España? (no sé si lo sería más que la Historia de la Filosofía pero que la historia de españa -¡sí, sí, con minúsculas!- seguro. Vendería mis conocimientos de la historia de españa por mis manos en tu cintura unas cuantas noches sin dudarlo. No todas las noches hasta que muera. Ni siquiera la mitad de las noches hasta que muera. Ni siquiera la mitad de las noches del próximo año... por eso escribo esa indeterminación de unas cuantas noches; indeterminación por cierto que no suele entenderse como  mucha cantidad. Quizá porque echo de menos mis manos en tu cintura, te digo que me importa una mierda España).
Ahora vivo la presión de la luna creciente y escucho algo de blues (no sé por qué blues como tampoco sé por qué empecé con una comparación con una patchwork. La tarde tiene estas cosas. Quizá también la pelea que ha tenido mi perro con una jabalí y que le ha supuesto un dolor más que leve en sus cuartos traseros. Él también se ha defendido y no ha sido una pelea en exceso cruenta).
Estas dosis de realidad me queman la piel.

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 27/09/2017 a las 19:41 | Comentarios {0}


¡Qué antigua es la tortuga! ¡Qué mozos los mamíferos! La pareja de cisnes come y navega por unas aguas coronadas de verdes.
¡Qué antigua la tortuga! Quizá lo piense porque el otoño llega a los árboles ¡Qué antiguos también! O porque ayer un pájaro que picoteaba una rama de encina me permitió observarlo. ¡Qué primordial el sonido de la madera picoteada! ¡Qué antigua la tierra! ¡Qué lozana la especie humana! ¡Aún niña! Voy a dejar que la noche ¡cuántas miles de millones de noches! me acoja un día más. ¡Qué milagrosa la rutina! ¿Estaré descubriendo, por fin, la lentitud? Voy a beber un vaso de vino tinto ¡y del sarmiento qué decir! vino de una tierra de España seca -o sobria- como su literatura. Campos de Castilla, la Vieja, ¡qué vieja es Castilla! Antigua no, pero sí vieja. Voy a mirar el declinar del sol (me siento adánico) y voy a contemplar el filo creciente de la luna por si en mis venas surge el no-paso del Tiempo.
¡Qué antigua la tortuga!

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 26/09/2017 a las 19:55 | Comentarios {0}


Eco
Si suenan -piensa- no va a desdecir a las Campanas. Suenan, lejos. No es tiempo de a rebato. Son Campanas de boda -piensa-. Porque suenan alegres como si fuera el día de la resurrección del dios. Aquel buen hombre -piensa- al que le cayó el yugo de la divinidad. Porque la distancia es cuchillo demasiado largo y afilado -piensa-. Porque la distancia no es amarga para quien no sueña. La noche funesta alertó sus sentidos y la mañana con sus Campanas confirmó los fastos. Podría haber sido en un pueblo de un valle en el que el verdor de sus praderas se alimenta de las aguas de un río sin demasiada importancia. Un río justo -piensa-; podría haberle avisado no el repiqueteo sino el pájaro que al cantar hinchaba tanto sus pulmones que abarcaba con su canto el valle entero. Un canto así -piensa- no puede ser sino anuncio de buenas nuevas. ¿Y si no fue en un valle? -piensa-; ¿Y si la coloratura de las Campanas no se correspondía exactamente a su interpretación de la palabra boda? ¿O si su oído, marchito de espera, se había envenenado de ausencia? Y aún así si suenan -piensa- no va a desdecir a las Campanas.

Mañana por la tarde todo será nuevo -piensa-. Recogerá sus cosas y emprenderá el camino. El perro le acompaña porque es su destino y la tierra no está blanda porque no ha llovido. Mañana por la tarde arrasará con todo. Dejará su casa como si fuera un bohío y silbará una tonada de aire indiferente mientras la tierra cruje. Mañana por la tarde todo estará acabado, ni el mirlo siquiera podrá convencerla. Todo tendrá un aire solemne y de opereta como si ella perteneciera no a la épica española tan seca de prodigios sino a la épica francesa por ellos florecida. Mañana por la tarde dejará atrás las cuerdas de colgar la ropa y su imagen arquetípica de unas sábanas que se secan al vaivén del viento. ¿Imagen arquetípica de qué -piensa-? Mañana por la tarde el frío del otoño será un aviso. La muerte ya está cerca, ¡acércate a ella! ¡umbral es! ¡nueva experiencia!

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 24/09/2017 a las 10:56 | Comentarios {0}


¿Por qué asocia el blues con septiembre? (Cuando cayó desde un cielo abarrotado de nubes y se rompió el ala izquierda hasta el delirio, no decidió que por ser unicornio había de ser, en realidad, rinoceronte como muy bien supo inferir el señor Marco Polo)

Hay en la carretera los restos de un gato. ¿Dónde está su cabeza? ¿Dónde, dónde está su cabeza? (Por la veredita se suscita una confesión. La noción de embalsamamiento adquiere carta de naturaleza y la pasión se trastoca en fruto. No hay relincho a lo lejos. No hay cuádriga que valga. Tan sólo se escucha la voz aguardentosa de una nodriza cantándole a un niño a punto de morir una nana de despedida).

¡Valga el látigo para domarla! ¡Valga la medicina para atemperar los humores! ¡Valga la sangre menstruada para acariciar con sus coágulos la mañana! (Sobre el sofá se ha aposentado un aroma de café y vainilla. Fuera resuena agudo el capapuercos e indómita la elefante ha barritado el hallazgo del agua. No viene a cuento, lo sé, pero ella no se marchita nunca; ella no agua la fiesta; ella no se desentiende de la azalea sino que fuerte como la muralla China ha empolvado su nariz y se ha sonreído, quimérica, frente a un azogue. La ausencia ha rayado el sarcasmo. La sal era casi dulce y un puercoespín, azulado, se camuflaba como nunca entre las piedras del páramo)

Corre como mineral en marzo por la torrentera. Corre fluida. Corre y los cañaverales se mecen al compás de su carrera. Hay en la mañana un aullido de conejo y sobre la tierra se desparrama la última piel de la serpiente. Vuela la codorniz y el vencejo, aislado en el aire, suspendido para siempre, decide la dirección del mundo una vez más. (No hay en la madriguera matiz de pena. Ni surca las raíces un gusano bergantín. Quizá se manipule un poco la razón o quizá, tan sólo, sea una lágrima un poquitito falsa. Pero muy poco, como cortas y rápidas son las alas del colibrí. Hay en la profundidad del mundo una materia grasa y ella, somnolienta, ha llegado a tocarla)

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 21/09/2017 a las 12:27 | Comentarios {0}


La diferencia entre cieno y limo es que el primero es la mezcla de agua y sedimentos arcillosos que se forma en el fondo de las aguas detenidas y el segundo es el conjunto de partículas minerales muy finas que, arrastradas por las aguas, se depositan en el fondo y en las orillas de los ríos. Al cieno se le asemeja con el fango; al limo con el lodo o con el barro.
Tendré entonces que escribir: Sé que en fondo del pantano, cubierta por el cieno, la pelota roja se irá pudriendo.
También ahora sé que -por mucho que queramos- en el fondo de los lagos no habita el limo -palabra más poética, menos arrastrada que cieno de donde ciénaga o cenagal-.
De donde en el fondo de los lagos siempre hay un cenagal.
A veces, y pecando de impreciso, llamaré al cieno limo y al pantano lago porque no puedo afirmar sin duda alguna que estoy despierto y no sueño o que sueño un pantano que mi percepción recibe como lago.
La pelota roja es un tesoro. Si alguna vez tú, lector querido, navegas por las aguas del pantano y arrastra tu barca una red y en la red atrapas la pelota roja, has de saber que habrás encontrado uno de los tesoros más preciados. Porque la pelota roja es maciza y de unas proporciones perfectas para lanzarla; además los botes que provoca al bajar desde los aires son tan poderosos -e imprevisibles- que obliga a quien la persigue a tener a punto los reflejos y a ser ágil como el sabor de la uva madura en la boca.
Yo no tengo barca y a veces sueño un lago. Acepto con Descartes que nada de lo que doy por cierto ha de serlo excepto el pensamiento y porque pienso lago en vez de pantano, sé que soy Fernando o cuando menos que en ocasiones soy Fernando y que Fernando se define, única y exclusivamente, porque también piensa pantano en vez de lago.
En todo caso, si fuera un sueño, si la pelota roja se va hundiendo en el cieno del pantano en el sueño que yo creo ser vigilia, no me cabe la menor duda de que es muy posible que tú, querido lector, puedas soñar que es la madrugada, que el cejo flota sobre las aguas del pantano como si quisiera cubrirlo con un mantón de frío y humedad, que hundes tu remo en las aguas invisibles y escuchas el sonido del agua hendida con el escalofrío propio de quien se siente solo en un espacio inseguro y que de repente una carpa negra y prehistórica, con su aleta caudal, lanza al aire la pelota roja y ésta rompe el cejo (mantón que se deshilacha por la labor paciente de un gato) y cae en la cesta que llevaste contigo y que dejaste abierta en el fondo de la barca.
Y yo os digo -sea vigilia o sueño-, os digo, ¡En el cieno del pantano reposa el tesoro de la pelota roja!

Narrativa

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 10/09/2017 a las 18:58 | Comentarios {0}


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