Querido:
Por la mañana soñarás un museo, las paredes viejas, los cuadros viejos, no lo harás bien. Desayunarás un café con leche con unas tostadas con mantequilla. Mirarás a través del ventanal del salón el paisaje de la montaña, hermoso y ocre iluminado por las nubes con anchas pinceladas grises. Recordarás. Saldrás con tu perro al paseo matutino. Hoy decidirás subir por el camino que lleva hasta el pinar. Te sentarás a medio camino y sabrás que estás dentro de las nubes. El paseo durará hora y media. Bajaréis a eso de las una. No tendrás pereza. Cogerás el coche. Irás hasta la gasolinera. Pasarás por el supermercado. Comprarás cabecero de lomo y unas aceitunas. Volverás a casa. Comerás unas lentejas a la riojana de lata porque has decidido no cocinar hoy. Te quedarás un rato viendo snooker. Saldrás de nuevo con tu perro en el paseo corto de la tarde. Llueve la nube mientras dais la vuelta. Meditarás justo media hora. Te escribirás después esta carta de felicitación. Habrás de mantener la calma. Estás casi seguro de que lo conseguirás porque 62 es, al fin y al cabo, lo infinito.