Eran esclavos
¡Roma corona a un César negro! Por todas las televisiones del mundo, por todas las radios del mundo, en los automóviles, en las casas, en los lugares de trabajo, este hombre surge como un aglutinador de esperanza. Se espera de él. Y a mí también me mueve hacia ese sentimiento (aunque como ya escribí en el post titulado Casualidades del 8 no puedo dejar de ver el empujón mediático que ha supuesto esta elección para un Imperio en decadencia como es, o parece ser, el estadounidense) porque cuando yo nací, si no muy poquito antes, los negros tenían que dejar el asiento a los blancos en los autobuses de los Estados Unidos de América, el Klu Klux Klan campaba por sus respetos en varios estados y Martin Luther King era asesinado por soñar despierto. Muy poco antes de mi nacimiento, cien años, estos hombres y mujeres negros eran esclavos de los hombres y mujeres blancos por el mero hecho de ser negros. Ser esclavo es tener por dueño de ti a otro. De todo lo tuyo. Hasta lo más íntimo. Hasta lo más amado ¡Qué vida tan espantosa debe ser la del esclavo. Porque no eran esclavos un día o un fin de semana, eran esclavos para toda la vida! ¡para toda la puta vida!
Este giro (twist) en el guión de la historia es verdaderamente hermoso.
Este giro (twist) en el guión de la historia es verdaderamente hermoso.