72.- Siento un pesimismo atroz. Desde los Grandes Hermanos nos lanzan una vez y otra mensajes de esperanza con respecto a eso llamado humanidad. La humanidad, dicen. ¿Debiera existir la elefantalidad? ¿La amebidad quizá? o ¿Por qué no la piernalidad? En esos mensajes sobre eso llamado humanidad nos transmiten esperanza pero son mensajes huecos, como si ya fueran generados por IA, dichos por personas -no me tiene por qué caber la más mínima duda- que honestamente creen en ellos.
73.- Las conspiraciones siempre han existido. Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? exclamaba Cicerón en el año 63 aec en el senado romano para denunciar la conjuración de Catilina. Cuando la civilización occidental era aún joven, las conspiraciones, si se descubrían, se aireaban a los cuatro vientos, incluso se denunciaban en los centros de poder. En su declive ya, la civilización occidental ha inventado un término/insulto para quienes denuncian conspiraciones. Conspiranoicos se nos llama y así se une la denuncia a una alteración mental (sea lo que sea paranoia y alteración y mente).
74.- Siento un pesimismo atroz cuando no se puede ni siquiera debatir que la epidemia de la Covid-19 haya podido ser un complot.
75.- Es una tormenta perfecta la que se abate sobre la civilización occidental -la civilización es la cristalización de una cultura y por lo tanto toda civilización presupone el inicio de un fin-; vivimos tal malestar de la cultura que llega a la culpa individual (insisto en la ambigüedad de algunas palabras, en este caso la palabra individuo [Edward Bernays]). Vivimos un momento de la historia occidental -toda Historia no es más que la interpretación de unos hechos- en el que el amor puede no verse correspondido por una mera ideología.
76.- Siento un pesimismo atroz porque los totalitarismos van a volver a vencer; porque el Imperio norteamericano apuesta por dos viejos machos para llevar las riendas imperiales, siento un pesimismo atroz; pesimismo siento cuando observo cómo el posfeminismo señala determinadas palabras como moralmente reprobables cuando las palabras en sí no tienen moral ninguna.
77.- Siento un pesimismo atroz cuando asisto a la angustia con la que Julia -el personaje protagonista de la película noruega La peor persona del mundo, la señorita Julia del siglo XXI- vive su vida, la pena con la que transita por ella en un mundo opulento.
78.- Cuando se habla del futuro de la humanidad, ¿de que humanidad se habla? ¿De esa mayoría de humanos que no lee? ¿De los que no tienen pensamiento crítico porque se les negó la posibilidad de tenerlo desde la escuela? De hecho se les cercenó en la escuela. La escuela no quiere persona críticas. ¿Se habla de la humanidad que sólo atiende al panem et circenses? ¿Esas van a ser las gloriosas personas de la nueva humanidad?
79.- Siento un pesimismo atroz ante la meritocracia y ante la permisividad con la hipocresía y el engaño de tantos y tantos gobernantes (ya sean políticos, económicos, científicos, religiosos o mediáticos).
80.- Siento un pesimismo atroz ante la sacralización de la ciencia. El único cambio que se ha producido es que los nuevos sacerdotes visten bata blanca en vez de sotana negra.