13 Me acuerdo

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 15/03/2021 a las 16:49

El título, la forma y en cierto sentido el espíritu de estos textos se inspiran en el libro Je me souviens de Georges Perec que a su vez se basa en los textos de Joe Brainard recogidos en su libro I remember.


Cristo crucificado de Diego Velázquez ca. 1632

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Me acuerdo del olor del Madrid de mi infancia al llegar la primavera.

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Me acuerdo del olor de la caída de la tarde en el Madrid de mi juventud al llegar el verano.

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Me acuerdo de Margarita actriz y yo. En algunos descansos, sin haber salido ninguno de los dos de la vida del ensayo, nos acariciamos, nos besamos, murmuramos algo parecido a éste es un amor imposible.

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Me acuerdo de Lidia, la primera Lidia, actriz y yo. Otra obra.  Ensayábamos en Guadalajara.

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Me acuerdo de follar con Lidia en la terraza de su casa. En Alcalá de Henares, mientras por la calle paseaban los viandantes. Ella se da la vuelta. Lleva mi camisa, abierta, puesta. Se agarra a la barandilla de la terraza. Se da la vuelta. Me mira. Me dice, Fóllame. Son los primeros días de agosto. Ya estamos terminando los ensayos. Ella interpreta a una santa... Santa Teresa de Lisieux

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Me acuerdo de Las Estaciones que hacemos la noche del Viernes Santo. Son siete en conmemoración del Vía Crucis de Cristo hacia la cruz. Siempre vamos mis padres y mis hermanos, la tía Isabel y el tío Carlos. Salimos a la noche de un viernes de abril. Vamos al Madrid de los Austrias y en siete iglesias cuyos nombres no recuerdo, rezamos, en cada una, un Padre nuestro, un Avemaría, un Credo, una Salve y un Gloria. Entre Iglesia e Iglesia hacemos viático en una taberna. Mi padre y mi tío beben vino o cerveza, mi madre Coca-Cola, la tía Isabel whisky con Coca-Cola y nosotros refrescos. Tras orar en la última de las estaciones/iglesias nos vamos a una taberna y allí cenamos pescaíto, calamares y esas cosas (que aún no se puede comer carne).

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Me acuerdo de aquellas noches de los viernes santos como noches mágicas y alegres. Las esperaba más que la noches de navidad.

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Me acuerdo de la fuerza de los muslos de la primera Lidia.

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Me acuerdo de un jersey de lana que se ha tejido Margarita. Margarita tiene una cualidad maternal.

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Me acuerdo de pasear al borde de una piscina vacía, con el fondo cubierto de hojas de los árboles que la rodean. Estoy en un chalé algo abandonado. Estoy con mi madre y con otra mujer (creo que es tía Mari). No sé por qué estamos allí.

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Me acuerdo de despertarme y sentir el filo de las hojas de unas tijeras alrededor de mi sexo. Miro a María Luisa que tiene entre sus dedos pulgar e índice los anillos de las tijeras. Ella me mira y me dice, En mis manos está que tu vida cambie


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Me acuerdo del Canoe. En Madrid. Allí voy a nadar desde 1997 hasta 2005. Tengo treinta y siete años en 1997. El primer día que decido ir para quitarme los dolores de espalda y el anquilosamiento que me está invadiendo todas las articulaciones, el ascensor se queda colgado entre el quinto y el cuarto pisos. Abro las puertas (eran los viejos ascensores de puertas de madera y cristal) y sin mirar demasiado el vacío que hay bajo mis pies, me impulso para caer en el rellano del cuarto. Bajo por las escaleras. Empiezo la natación.

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Me acuerdo del crucero J.J. Sister en el que volví desde Las Palmas hasta Cádiz. Fueron tres días y dos noches navegando... o dos días y tres noches. Fue un viaje extraño que derivó en un cuento cuya protagonista es Margarita Perla; Margarita, la enfermera de noche...

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Me acuerdo de la máquina de coser Singer con estructura de madera, cuatro cajones y un gran pedal de hierro para darle velocidad a la máquina y que la frecuencia de cosido fuera alta. Julia maneja bien la máquina. Sabe coser. Pedalea con ritmo como si fuera una costurera del jazz.

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Me acuerdo de la piscina cubierta del Canoe, de su olor a piscina de los sesenta, del mismo sonido -un eco muy abierto de las brazadas y las voces- y del color del agua, un esmeralda pálido. Me lo recuerda a principios del siglo XXI. Aún me lo recuerda cuarenta años después.

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Me acuerdo de estar con mi padre en el Canoe. No he cumplido los diez años. Él me enseña a nadar.

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Me acuerdo de estar en la piscina descubierta del Real Madrid. Está junto al Estadio. Tiene trampolín y plataforma. Un agua muy azul. 

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Me acuerdo de estar con mi tío Carlos en lo alto de un trampolín. No creo que tenga tres años. Mi tío me dice que me va a lanzar y que abajo está mi padre esperando, pero que debo intentar flotar yo. Tengo la sensación de que me tira desde muy arriba. Me hundo en el agua. Bajo. Comienzo a subir. Saco la cabeza. Respiro. Mi padre me toma en sus brazos. Me felicita. La piscina vuelve a ser la del Canoe. 
 
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