10 No albergo temor

Redactado por Fernando García-Loygorri Gazapo el 20/05/2024 a las 18:11

Me declaro libertino (en el sentido que a esta palabra se le daba en el siglo XVIII, es decir, en moderna terminología: librepensador). La reflexiones que voy a ir plasmando a lo largo de las próximas semanas tienen un carácter provisorio y se acogen a una de las características de uno de los métodos científicos: estas reflexiones son falsables. Incluso yo mismo, a lo largo de este periodo que hoy se inicia, podré mostrar la falsabilidad de algunas de ellas.
Estas reflexiones no pertenecen a ningún heterónimo. De cada una de las palabras que escriba en este libro el único responsable soy yo: Fernando García-Loygorri Gazapo. Por supuesto que cuando utilice citas facilitaré el nombre del autor y el título del libro o fuente de donde las haya sacado.



51.- No albergo temor porque ya lo conozco. Lo que hace el páncreas es incendiarme. Doy unos cuantos alaridos, aprieto los dientes, maldigo un mundo que parece retorcerse con los cantos de sirena que lanzan los fantoches de la extrema derecha. Luego me calmo. Recuerdo el día, hace muchos años, en el que unos sicarios de Fuerza Nueva -los antecesores de Vox en España- me pusieron una pistola en la cabeza. Recuerdo el temblor que recorrió mi cuerpo cuando sentí que quizá mañana sería una noticia en los periódicos como en aquellos días de principios de la década de los 80 ocurría cada poco. Una mujer fascista nos salvó o de la muerte o de la paliza no por compasión sino porque el lugar donde habíamos sido rodeados era el bar que tenían justo al lado de su sede en la calle Mejía Lequerica de la ciudad de Madrid.
 
52.- Nunca vencimos los totalitarismos. Sencillamente se retiraron a sus cuarteles de invierno y fueron creando el momento propicio para lanzarse de nuevo al asalto del poder mientras éste lo dejaban en manos de gentes mediocres con más alma de funcionarios que de republicanos -en el sentido original del término: gestor de la cosa pública-.
 
53.- El sistema totalitario es siempre el mismo: conseguir que nuestra totalidad sea totalizadora, es decir, que nada que escape a nuestra forma de ver el mundo tenga cabida en ese mundo. La totalización de la Totalidad es el germen del Totalitarismo, según afortunada expresión del filósofo mexicano Enrique Dussel. Es lo que hoy se denomina -de nuevo un eufemismo para enmascarar el propósito- polarización. Y la clave de esta totalización de la Totalidad (la nuestra, la de cada uno) es la negación del Otro (sea quien sea Otro).
 
54.- Cae por su peso que una de las formas más eficaces de luchar contra el totalitarismo es la aceptación del Otro en la Totalidad de tu mundo. Al aceptar al Otro -pongamos que el Otro sea un fascista para un socialdemócrata convencido- lo primero que ocurre es que lo desactivas porque lo incluyes en tu Totalidad, le das eso que se llamaba en el derecho antiguo carta de naturaleza y lo segundo es que le restas poder porque menguas el temor que te provoca.
 
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